Recuperó sus manos gracias a un trasplante y ahora se luce en el piano

Richard Mangino, que perdió sus brazos y piernas por una infección en 2002, ha vuelto a realizar una de sus pasiones tras una asombrosa recuperación en EE.UU.

Su caso impactó a todos en Massachusetts durante 2011. Claro, al ser sometido a un trasplante de manos, todas las esperanzas se pusieron en ver su proceso de recuperación. Y a tres años del hecho bien vale decir que el mismo ha sido plenamente exitoso.

Este es el caso de Richard Mangino, quien se convirtió en primer caso de trasplante de doble exitoso en el mundo en el Hospital Brigham and Women de Boston. Nada menos que un equipo de 40 cirujanos, enfermeras, anestesiólogos, radiólogos, y asistentes realizaron el procedimiento de 12 horas que hizo historia.

Ahora, Mangino, músico y pintor que perdió sus brazos y piernas a una infección en 2002, ha causado sensación al ser capaz de dibujar y, cómo no, también tocar el piano.

“Estoy haciendo todas estas cosas ahora", cuenta con orgullo. De hecho, los médicos creen que su recuperación incluso va a alcanzar niveles aún más elevados.

"Todavía está haciendo progresos en términos de la obtención de la sensación y ganando más la función de las manos", dijo Simon Talbot, un médico del Hospital Brigham.

"Hemos hecho algunas operaciones de retoque para darle un poco más de fuerza en un lado y más de fuerza de agarre en el otro lado”, cuenta.

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Publicado en http://www.24horas.cl/tendencias/magazine/recupero-sus-manos-gracias-a-un-trasplante-y-ahora-se-luce-en-el-piano-1361830

Imagen Y yo me pregunto si somos bicicletas a las que solo hay que cambiarles piezas para volver a ser las mismas.

La diabetes y los platillos volantes.


Día a día se va avanzando más y más sobre el conocimiento de la diabetes. No hay semana que no aparezca una publicación acerca de nuevos avances sobre esta enfermedad, bien sobre las causas, sobre los tratamientos, o sobre tonterías. Hoy me dedicaré a las tonterías.

He de admitir que me gustan los misterios, y no solo los que se refieren a cómo es posible que en un centro público sanitario haya un tratamiento, y no en el de al lado. Misterios hay demasiados, ya, es verdad; pero me gustan. Son pequeños o grandes retos. Claro que no hay dos retos iguales: no es lo mismo adivinar si una puede subir sin ayuda al Veleta, que identificar el color del sujetador de la chica que taconea hacia ti, por casualidad, en una acera, sin haberle mirado el escote. Como diría Alejandro Sanz, "no es lo mismo", pero todo lleva intrínseco un poco de misterio.

Si os gusta la ufología, no me podréis negar que eso de pasarse jornadas enteras esperando ver un OVNI tiene gracia. Más aún si os lo tomáis como una afición motivadora dentro de vuestra vida. En mis años mozos he sido una gran aficionada a la paleontología, y os aseguro que no hay emoción igual a la de encontrarse en un paseo una piedra con algún rastro identificable. Es un subidón. Nunca lo he comprobado, pero imagino que la adrenalina que se suelta en ese momento es digna de subirte el azúcar cerca de las nubes, con todo el jaleo que eso conlleva, pero aún así los amantes del "fosileo" lo hacemos. Cada afición tiene algo de esto, de esa sensación de ponerte a mil. Pues imaginemos a un ufólogo, que es a donde iba desde el principio (mi manía de caminar en espiral antes de aterrizar...)

Hoy he leído algo que no quiero dejar de comentaros por esa "mijita" de mala leche que tengo, y es un titular que si no te ponen los misterios es para darle una patada al ordenador: Diabetes por extrañas luces celestes. Las luces de las que habla no son las de la poli, que bien podrían ser. No. Pero, aparte de lo extravagante del titular, hay una frase que tiene su intríngulis: "¿Cuántas personas conoce usted que hasta un infarto han llegado a sufrir por el susto que llegan por lo regular a causar esas apariciones misteriosas en los cielos, lagos, ríos, montes y demás?"



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Pues sí. ¿Cuántos conocéis? Un infarto por una aparición misteriosa en, por ejemplo, la cama es digna de infartazo si la que se aparece es una modelo de Victoria´s Secret de carne y hueso, bien por el susto que supone toparte con alguien que no estaba invitado, o por el "subidón" victoriano victorioso de ver la modelo a la vera del futuro infartado. Al pobre se le acelería el pulso, se le subirían la tensión arterial y otras muchas cosas, hasta el punto de perder el corazón por la moza. Sí señor. Es posible. Luego tampoco sería extraño que ocurriera eso por una visión inexplicable, paranormal rara, o para normales raros. Hasta ahí lo creemos.



Imagen 2

Claro que lo que sigue es algo más intragable si hay que relacionar diabetes y platillos volantes: Javier sin apellido, de cuarenta y algún años, ve un OVNI. Tras ese día se encuentra mal (como poco, diarrea emocional). En el hospital le detectan cuatro gramos de azúcar en sangre (la adrenalina hizo su efecto); Vamos, que estaba para regalar mermelada a un vampiro. Y, ¡tachán!, le mandan dieta (toma ya) y tratamiento. De todo este proceso no hay nada anormal. Y la clave es la dieta, porque me da la impresión que Javier, de tanto mirar al cielo, no era muy deportista. Así que me lo imagino obeso (digamos que de barriga cervecera, y donuts a tutiplén). Con este perfil no es que haya debutado con una diabetes tipo 2 de golpe y porrazo. Es que (y todo suposición, como cuando se quiere desvelar un misterio hasta llegar a la parte interesante del escote del que hablaba antes) posiblemente Javier tuviera ya una diabetes latente, o, peor todavía, sin detectar. El susto, el malestar del susto..., y la cadena se cierra en el hospital con los resultados de unos análisis que siguen la fórmula del método científico, y no del esotérico.


Imagen 3 Barrigas cerveceras.

Sí hay que valorar la historia. Todos deberíamos animar a los demás a tener una afición como eso de la ufología, porque por algún lado se verá una luz que lleve a la la luz de un centro médico, y ahí se diagnosticarían muchos de los diabéticos que viven en peligro por padecer una diabetes sin saberlo.


Imagen 4

¿Qué sale más barato, organizar mesas de despistaje (que no son las que usan los trileros para despistar a los futuros timados), o animar a que muchos más se dediquen al esoterismo? No lo sé, pero, por si acaso, el miércoles 6, en Triana, República Independiente, al otro lado de la frontera fluvial del Guadalquivir sevillano, José Manuel García Bautista tiene organizada una salida en busca de los misterios del barrio, los fantasmas famosos y más sonados (no hay fantasma que se precie que sea silencioso hasta el fin de sus días), y de todo lo que pueda dejarnos ojipláticos. Cinco euros por cabeza y no solo se divertirá todo el que asista, sino que se tiene una oportunidad genial de poder detectar alguna que otra diabetes oculta, tan oculta como los refajos de la imagen etérea de la Susona por la calle de la Muerte de Santa Cruz. Ahora sí que pegaría aquí una risa de esas de Historias para no dormir. ¡Juá jo jo jo jooooo! 




Beatriz González Villegas.

La diabetes y los platillos volantes.

DOMINGO, 3 DE AGOSTO DE 2014

La diabetes y los platillos volantes.

Día a día se va avanzando más y más sobre el conocimiento de la diabetes. No hay semana que no aparezca una publicación acerca de nuevos avances sobre esta enfermedad, bien sobre las causas, sobre los tratamientos, o sobre tonterías. Hoy me dedicaré a las tonterías.

He de admitir que me gustan los misterios, y no solo los que se refieren a cómo es posible que en un centro público sanitario haya un tratamiento, y no en el de al lado. Misterios hay demasiados, ya, es verdad; pero me gustan. Son pequeños o grandes retos. Claro que no hay dos retos iguales: no es lo mismo adivinar si una puede subir sin ayuda al Veleta, que identificar el color del sujetador de la chica que taconea hacia ti, por casualidad, en una acera, sin haberle mirado el escote. Como diría Alejandro Sanz, "no es lo mismo", pero todo lleva intrínseco un poco de misterio.

Si os gusta la ufología, no me podréis negar que eso de pasarse jornadas enteras esperando ver un OVNI tiene gracia. Más aún si os lo tomáis como una afición motivadora dentro de vuestra vida. En mis años mozos he sido una gran aficionada a la paleontología, y os aseguro que no hay emoción igual a la de encontrarse en un paseo una piedra con algún rastro identificable. Es un subidón. Nunca lo he comprobado, pero imagino que la adrenalina que se suelta en ese momento es digna de subirte el azúcar cerca de las nubes, con todo el jaleo que eso conlleva, pero aún así los amantes del "fosileo" lo hacemos. Cada afición tiene algo de esto, de esa sensación de ponerte a mil. Pues imaginemos a un ufólogo, que es a donde iba desde el principio (mi manía de caminar en espiral antes de aterrizar...)

Hoy he leído algo que no quiero dejar de comentaros por esa "mijita" de mala leche que tengo, y es un titular que si no te ponen los misterios es para darle una patada al ordenador: Diabetes por extrañas luces celestes. Las luces de las que habla no son las de la poli, que bien podrían ser. No. Pero, aparte de lo extravagante del titular, hay una frase que tiene su intríngulis: "¿Cuántas personas conoce usted que hasta un infarto han llegado a sufrir por el susto que llegan por lo regular a causar esas apariciones misteriosas en los cielos, lagos, ríos, montes y demás?"



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Pues sí. ¿Cuántos conocéis? Un infarto por una aparición misteriosa en, por ejemplo, la cama es digna de infartazo si la que se aparece es una modelo de Victoria´s Secret de carne y hueso, bien por el susto que supone toparte con alguien que no estaba invitado, o por el "subidón" victoriano victorioso de ver la modelo a la vera del futuro infartado. Al pobre se le acelería el pulso, se le subirían la tensión arterial y otras muchas cosas, hasta el punto de perder el corazón por la moza. Sí señor. Es posible. Luego tampoco sería extraño que ocurriera eso por una visión inexplicable, paranormal rara, o para normales raros. Hasta ahí lo creemos.



Imagen 2

Claro que lo que sigue es algo más intragable si hay que relacionar diabetes y platillos volantes: Javier sin apellido, de cuarenta y algún años, ve un OVNI. Tras ese día se encuentra mal (como poco, diarrea emocional). En el hospital le detectan cuatro gramos de azúcar en sangre (la adrenalina hizo su efecto); Vamos, que estaba para regalar mermelada a un vampiro. Y, ¡tachán!, le mandan dieta (toma ya) y tratamiento. De todo este proceso no hay nada anormal. Y la clave es la dieta, porque me da la impresión que Javier, de tanto mirar al cielo, no era muy deportista. Así que me lo imagino obeso (digamos que de barriga cervecera, y donuts a tutiplén). Con este perfil no es que haya debutado con una diabetes tipo 2 de golpe y porrazo. Es que (y todo suposición, como cuando se quiere desvelar un misterio hasta llegar a la parte interesante del escote del que hablaba antes) posiblemente Javier tuviera ya una diabetes latente, o, peor todavía, sin detectar. El susto, el malestar del susto..., y la cadena se cierra en el hospital con los resultados de unos análisis que siguen la fórmula del método científico, y no del esotérico.


Imagen 3 Barrigas cerveceras.

Sí hay que valorar la historia. Todos deberíamos animar a los demás a tener una afición como eso de la ufología, porque por algún lado se verá una luz que lleve a la la luz de un centro médico, y ahí se diagnosticarían muchos de los diabéticos que viven en peligro por padecer una diabetes sin saberlo.


Imagen 4

¿Qué sale más barato, organizar mesas de despistaje (que no son las que usan los trileros para despistar a los futuros timados), o animar a que muchos más se dediquen al esoterismo? No lo sé, pero, por si acaso, el miércoles 6, en Triana, República Independiente, al otro lado de la frontera fluvial del Guadalquivir sevillano, José Manuel García Bautista tiene organizada una salida en busca de los misterios del barrio, los fantasmas famosos y más sonados (no hay fantasma que se precie que sea silencioso hasta el fin de sus días), y de todo lo que pueda dejarnos ojipláticos. Cinco euros por cabeza y no solo se divertirá todo el que asista, sino que se tiene una oportunidad genial de poder detectar alguna que otra diabetes oculta, tan oculta como los refajos de la imagen etérea de la Susona por la calle de la Muerte de Santa Cruz. Ahora sí que pegaría aquí una risa de esas de Historias para no dormir. ¡Juá jo jo jo jooooo! 




Beatriz González Villegas.

Las chanclas, ésas "enemigas" de los diabéticos.

Las chanclas, ésas "enemigas" de los diabéticos.

Cuando llega el verano, los diabéticos tenemos un problemilla a tener en cuenta; uno más, claro. Y ese problemilla no es otro que el calzado.

Queremos ir cómodos, por supuesto. Y también frescos y libres como pájaros. Lo malo es que si no obedecemos las indicaciones denuestros educadores y educadoras en Diabetes nos puede salir caro, y convertirnos en "pajarracos" doloridos por una úlcera.

Lo del calzado en verano puede ser una cruz para nosotros, pero, si encima eres chica, la cosa se pone peliaguda. Seguro que habéis conocido a alguna compañera que trabaje en un lugar público donde haya que estar sexi "por decreto". En esos trabajos no te dejan ir con zapatos planos normalmente, luego muchas chicas usan taconazos criminales. Y en estas fechas, llevar tacones y avíos protectores como medias, con el calor que pasamos, no es posible.

Una de mis compañeras diabéticas trabaja en un bar de copas por la noche. Es guapa de las de tirarse de los pelos. Y va como digo, como una torreta, con tacones de vértigo. Ay, qué mala es la envídia, y qué malos los celillos.

Hace poco me la encontré, y calzaba unas chanclas que la separaban del suelo que pisamos las mortales feuchas al menos diez centímetros. ¡Chanclas! Sí, sí, qué envidia cochina. Lo malo es que me contó que tenía una ulcerilla de nada entre el dedo gordo y el siguiente, que como es del pie no solemos llamarle anular, pero lo es, lo es. Si llevásemos bata blanca, diríamos "úlcera entre el primer y segundo dedo" (digo yo...).

No la he llamado hoy, pero imagino que ya tiene el pie bien. Está más sana que una pera. De todos modos, no puedo olvidar los consejos que nos dio el profesor de la Facultad de Podología de la Universidad de Sevilla, don José Ramos, hace unos años: en verano, nada de chanclas. Calzado de piel, cómodo y todo eso, ¡y hay que llevar calcetines de algodón! ¡Ea! Él nos dijo que lo hacía, que iba en verano con zapatos con el talón protegido, tipo sandalias semicerradas, ¡y con calcetines!

Vale, está bien. Aclaremos a los que nos leéis desde otros lados: ir así en España es, o cosa de profesores de Podología, o de alemanes jubilados. Y en imágenes, éstas podrían definir bien lo que supone ir de esa manera:





Porcentaje de seguridad de los métodos anticonceptivos actuales.

Cuando me amputaron el dedo gordo de mi pierna izquierda, la que sufrió una trombosis mientras me trataban por el rechazo, le pregunté a mi cirujano vascular (que, por supuesto, es el mejor del mundo sin lugar a dudas, el Dr. González, del equipo del Hospital Universitario de Valme) qué zapatos podía usar, porque ya antes había estado viendo en alguna tiendas especializadas ésos que venden que parecen los de los payasos de la tele, o los otros que más bien son una copia exacta de los que pudiera haber llevado mi tatarabuela, él, con su media sonrisa en la cara (y digo yo que era media sonrisa, porque con lo alto que es, y lo bajita que soy, la luz en toda mi cara, y los nervios, veía menos que un gato de escayola) me contestó que, sobre todo, un calzado que fuera cómodo para mí, ya que sabía de mis prejuicios ante las horteradas ortopédicas.

- ¡Toma, toma, y toma!- pensé yo. ¡Cómodos, y amén!

Gasto una pasta gansa en zapatos, pero son buenos buenos, planitos, cómodos, de piel, con suela almohadillada, y todas esas zarandajas; pero consigo que la gente no se asuste al mirarme hacia abajo. No, ahí, no. Abajo del todo.

Os cuento eso como experiencia personal; pero si lo vuestro es chanclear en veranito, ahí tenéis consejos que han publicado por ahí, y que creo que se deberían tener en cuenta por todos, moros o cristianos, de Villarriba o de Villabajo, o del norte o del sur.

- ¿Chanclas?
- Usted verá. Los pies son suyos. Pero luego no lloriquee. ¡ja!



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Beatriz González Villegas.



Consejos para utilizar bien las chanclas
Publicado en Telecinco
  • Pueden generar lesiones por un uso indebido
  • Muchas personas las utilizan para ir por la calle 
  • La web de Asociación Americana de Podología Médica da algunos consejos
02.08.14 | 00:00h. Informativos Telecinco |

Las chanclas en verano no solo se utilizan para ir a la piscina o la playa, sino para andar por la calle. El problema es que un uso indebido y excesivo de este tipo de calzado puede generar lesiones en los pies. Por esto, la Asociación Americana de Podología Médica ha dado algunos consejos solo cómo utilizar bien las chanclas para no tener que sufrir estas lesiones.

Muchas personas utilizan las chanclas para ir por la calle, pero como no están hechas para nada más que ir a la piscina o a la playa pueden generar problemas en los pies. La Asociación Americana de Podología Médica ha dado los siguientes consejos:

Lo que debemos hacer

- Comprar chanclas hechas con piel suave y de alta calidad. La piel minimiza las ampollas y otros tipos de irritación.

- Doblar con suavidad la chancla de principio a fin, asegurándonos de que se dobla en la base de los dedos. Los zapatos de cualquier tipo no deben doblarse por la mitad.

- El pie no debe sobresalir del filo de la chancleta.

- Utilizar un par de chanclas fuertes al caminar alrededor de una piscina pública, en la playa, en las habitaciones del hotel y en áreas de vestuarios. Caminar descalzo puede exponer las suelas de los pies a verrugas plantarse y pie de atleta.

Lo que no debemos hacer
- No utilizar chanclas de un año para otro. Inspecciona los pares antiguos que utilizas. Si muestran signos de desgaste grave, deshazte de ellas.

- No ignorar las irritaciones entre los dedos, donde se ajusta el dedo gordo a la chancla. Esto puede conducir a ampollas y posibles infecciones.

- No utilizar chanclas mientras se caminan largas distancias. Incluso las chanclas más duras ofrecen poco en términos de absorción de choque y apoyo del arco.

- No realizar trabajos de jardinería mientras se utilizan chanclas. En estos casos hay que usar siempre un zapato que proteja por completo los pies mientras se realizan las actividades en exteriores como desbrozar el jardín o cortar el césped.

- No realizar deportes utilizando chanclas. Esta práctica puede conducir a una torcedura de pie o tobillo, así como esguinces y roturas.

Publicado en http://www.telecinco.es/informativos/sociedad/chanclas-lesiones-pies-consejos-uso_0_1836975412.html

Diabetes y su relación con la ERC

La diabetes es una enfermedad metabólica y crónica en donde falla la función o la producción de insulina, una hormona que controla los niveles de glucosa de la sangre. La glucosa es un tipo de azúcar y es la fuente de energía primordial para las células del organismo. Este fallo de la insulina hace que los niveles de glucosa de la sangre se eleven de manera persistente. La insulina es producida por unas células específicas del páncreas. En la actualidad no se conoce con precisión que es lo que desencadena la diabetes pero se cree que intervienen múltiples factores como la herencia genética, la dieta y el estado nutricional de la persona.

Existen dos tipos muy diferentes de diabetes, la diabetes tipo 1 y la diabetes tipo 2.

  • Diabetes tipo 1

La diabetes tipo 1 generalmente comienza durante la niñez o juventud tardía, aunque puede presentarse a cualquier edad. El problema se da en la destrucción de las células que producen las insulina normalmente por medio de autoanticuerpos (anticuerpos que produce el propio organismo). Por este motivo, al disminuir el número de células beta, se produce un déficit de insulina en el organismo. Este tipo de diabetes debe controlarse mediante inyecciones subcutáneas La insulina debe administrarse con agujas mediante la vía subcutánea debido a que no puede absorberse por el tubo digestivo.

Entre un 5 y un 10% de los casos de diabetes son de tipo 1.

  • Diabetes tipo 2

La diabetes tipo 2 generalmente comienza después de los 40 años de edad, pero puede presentarse antes. El principal problema se da, no por la falta de insulina, sino porque se genera una resistencia de las células del organismo al efecto de la insulina. Dicho de otra manera, no existe en este caso un déficit de insulina, sino que el problema se basa en que esta insulina normal no puede ejercer su efecto. El tratamiento para este tipo de diabetes incluye actividad física, régimen de reducción de peso y una planificación especial de las comidas. Si la dieta y el ejercicio no son suficientes para controlar la enfermedad, en la mayoría de los casos se les receta medicamentos en forma de pastillas (denominados antidiabéticos orales o hipoglucemiantes orales). De todas formas, cuando la diabetes tipo 2 lleva muchos años de evolución y los antidiabéticos orales ya no pueden cumplir su efecto, es frecuente que sea necesario administrar insulina para lograr controlar los niveles de glucosa en la sangre. La diabetes tipo 2 es la más habitual.
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La diabetes en el mediano-largo plazo puede dañar varios órganos del cuerpo:
  • Riñones
  • Corazón
  • Ojos (retina)
  • Cerebro
  • Vasos sanguíneos
  • Nervios
  • Hígado
La diabetes es una de las causas mas frecuentes de enfermedad renal crónica. Se sabe que en España aproximadamente un 22% de las personas con ERC terminal se producen a causa de la diabetes.

Cerca de un tercio de las personas que padecen diabetes pueden desarrollar una enfermedad renal crónica.

En general, el daño renal rara vez ocurre durante los primeros 10 años de padecer diabetes, y normalmente pasan entre 15 y 25 años antes de que se presente la insuficiencia renal.

La Asociación Americana de la Diabetes (ADA, por sus siglas en inglés) recomienda calcular la capacidad de filtrado del riñón a partir de la creatinina sérica al menos una vez al año en todas las personas que padecen diabetes.


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¿POR QUÉ LA DIABETES PUEDE GENERAR LA ERC?

La elevación persistente de la glucosa produce alteraciones en las estructuras internas del riñón y produce un mal funcionamiento de sus funciones de filtrado.

Las unidades de filtración del riñón poseen gran cantidad de vasos sanguíneos. Con el tiempo, los niveles altos de azúcar en la sangre pueden hacer que estos vasos se estrechen y se obstruyan. Sin suficiente cantidad de sangre, los riñones se deterioran y la albúmina (un tipo de proteína de la sangre) atraviesa estos filtros y termina en la orina, donde normalmente no debería estar. Es en este momento en donde comienza el mal funcionamiento del riñón.