hoy es festivo en Madrid y he tenido la suerte de usar gran parte del día para mi pasatiempo favorito (que no habitual): pensar.
El cerebro humano es extraordinario. En cuanto su dueño le deja unos momentos a su albedrío, es capaz de originar las más peregrinas ideas y disparatadas teorías. Qué decir de la ensoñación que se apodera de la materia gris en esas tardes de veraniegas de sesteo o en mañanas frías de duermevela. Así que, en estos momentos de placer meditabundo me dejo llevar y mis neuronas conectan a su antojo por mundos extraños al día laborable. Territorios ignotos para el estrés y abonados para la creación a poco tiempo que dediquemos a observarlos.
Es también un misterio saber qué hacen los demás en esos momentos de soledad con ellos mismos. Y excitante descubrir cómo, a lo largo de las épocas, otras personas han compartido la intimidad que ahora disfruto yo. Mirad a los ojos de esta gente, y tratad de adivinar alguno de esos pensamientos prisioneros en los lienzos.
Un día libre también da para investigar hacia dónde se mueve la música. No está mal este "City with no children" de Arcade Fire