Se le han cumplido los deseos cada vez que los pide los días sin luna. Justo cuando ladra un perro chusco y una cucaracha es pisada por una mujer de tacones altos.
Ahí.
Los pide y se hacen realidadSe le han cumplido los deseos cada vez que los pide los días sin luna. Justo cuando ladra un perro chusco y una cucaracha es pisada por una mujer de tacones altos.
Ahí.
Los pide y se hacen realidadMi libro nuevo de tapa azul
Me habla de mares, cuñas y aletas.
Me salpica la espuma helada, los ojos de sal.
Pestañeo. Parpadeo.
Yo en mi cama, estornudo.
En la página 4 me encuentro con 5 minutos de horizonte.
No estoy segura de estar entiendo y me hago una idea:
Estoy en un bote sobre el mar helado que poco a poco me acerca a la isla que fue cárcel.
El viento enrudece mi pelo. Mi nariz está húmeda.
Es un momento divino de soledad. Y yo estoy sumamente aburrida.
Este libro es demasiado azul.
Tengo un gato negro, un gato escurridizo. Siento sus patitas andar a lo lejos, escucho sus maullidos, pero nunca logro verlo. Yo le dejo comida, le pongo agua, y cada tanto me acerco a su caja de arena y la limpio. No sé en qué momento aparece para usarla, es como un gato fantasma. Escudriñar con el rastrillo entre las piedrecillas blancas para recoger lo que el gato ha dejado es mi manera de estar cerca de él durante el día. Por las noches, cuando me meto a la cama, le dejo un pequeño espacio y me duermo. Al despertar por la mañana, encuentro pelusas negras a mi lado y la manta aún tibia. Por eso le limpio el baño, por eso le sigo dejando comida. Sé que en las noches volverá para cuidar de mí y de mis sueños hasta que la luz se filtre por la cortina y desaparezca una vez más.