Como el sol de invierno

... que calienta poco pero despista mucho. Así son los días de Navidad. Vacaciones, familia, fiestas, kilos en la báscula, sonrisas más o menos sinceras al abrir los regalos, besos, más kilos en la báscula, matrícula en el gimnasio, SMS a cientos (muchos ni idea de quién los manda), sombreros inverosímiles para los paseantes, ... ¡qué bonito todo!


¿Verdad que la Navidad es más larga cada año?. Como si de ratas de experimento nos consideraran, los ayuntamientos y los centros comerciales encienden las lucecitas en las avenidas la última semana de noviembre, e inmediatamente el logo de El Corte Inglés queda grabado en nuestras retinas. A comprar toca, y rápido señores que me lo quitan de las manos...
Compraremos un montón, y yo el primero. "En busca del regalo perdido", cual Indiana urbanita. No sé cuál será el producto estrella de este año, pero a tenor del espacio que les dedican los comercios, parece que las videoconsolas van a barrer de nuevo.

Y ¡ojo al dato!, como diría el ínclito García, ... los políticos han dado una tregua a Cataluña y nosotros, obedientes, volveremos a comprar cava catalán. Ya he visto por ahí que ha vuelto a las cestas el Freixenet de toda la vida. Ahora me pregunto qué harán extremeños, riojanos y gallegos con los cientos de miles de botellas que han producido. Claro que también me pregunté el año pasado de donde cojones habían salido tantos cientos de miles de botellas en lugares donde no se produce esa cantidad de cava ¿uhmmmmmmmmm?.
Pero no os alarméis por nuestro consumismo feroz. Aún manejados cual cobayas, veo que los españoles no somos de los más tontos. Según una encuesta de las que se ven estos días en los periódicos gratuitos, más del 40% del presupuesto navideño nos lo dejamos en comida para compartir en familia, y otro 20% en cenas y saraos. Bueno, ya que perdemos el dinero, que se vaya por el estómago ¿no?

Feliz Navidad a todos, de uno al que no le gusta la Navidad pero sí ver a la gente contenta.

maletas

estoy haciendo mis maletas
no puedo botar nada de lo que vengo trayendo conmigo desde hace tanto
cosas que no me sirven para nada
ropa que nunca uso
papeles que nunca leo

cosas que por alguna razón no puedo botar

pero ahí las tengo
en un rincón
separadas
estoy haciendo un esfuerzo por no meterlas a la maleta

las miro
recuerdo
pienso
imagino
y no. no las usé en todo el año
¿para qué regresarlas conmigo?

esta vez las dejo
lo juro
las dejo.

las boto.

las olvido.

si igual nunca me acordé de ellas
hasta hoy
que me voy.

chau cosas.

ovnis

Si tuviera un esposo millonario me dedicaría a perseguir ovnis.
Perseguirlos y perseguirlos hasta que por fin uno me hable
(y con suerte no me mate)
y me diga
qué es lo que les gusta tanto de acá
que quiero saber
a ver si me contagian el gusto y me provoca seguirme quedando
o les pido que me ayuden con una mudanza relámpago
1
No puedo
(ahora
menos que nunca)
ir por ahí
buscando silencios.

2
Las palabras se amontonan
hasta dejarme sin tiempo para más
que nombrarte y escribirte.

3
Llegaste
justo cuando
el fuego
estaba a punto de frotar sus llamas
(arrastrándose por mis poemas).

4
Hoy no logro decir oración
o intentar verso
sin que aparezcás
por eso
si de pronto
pienso en decir vida
pan
amor
o todo
debo fijarme primero
para saber a quién tengo al lado
porque
estoy seguro
que de mi boca brotará tu nombre
y serán ángeles sus letras.

5
En realidad
todo es muy sencillo:

Llegaste en silencio
a robar mi silencio
y a obligarme
a memorizar tu lengua.
Repito tu nombre, vuelvo a decirlo,
lo digo incansablemente,
y estoy seguro que habrá de amanecer.
Jaime Sabines


Mujer
cuando digo tu nombre
de nuevo se hace el mundo
el universo busca nido en mis manos
y pongo sus aves en tus ojos.

Al repetir tu nombre
en cada imitación de esquina
logro parar la lluvia
construir las horas
y guardarme en los brazos los colores.

Amor
cuando amanezco
y el día se viste con tu nombre
salto de la cama
y corro
listo para renovar
los puentes
que al infinito tendieron
todos los amantes de la historia.