DSK

estos días vemos al amigo Dominique saliendo, con mucho mejor aspecto del que tenía hace un mes, de su arresto domiciliario en Nueva York. Sus defensores cantan victoria ante la esperanza de desestimación de la presunta denuncia de violación de Mafissatou Diallo, por falta de pruebas.

Desde el principio este caso tuvo varios elementos ajenos a la pura interpretación de las leyes. Él, un poderoso político, ella, una empleada de la limpieza. Él, mujeriego y adúltero probado, ella inmigrante huida de la violencia tribal en África. Es difícil medir cuánto pesan los prejuicios en estos casos.

Las reacciones al caso tampoco fueron muy neutras, en este caso en contra del presunto delincuente. En España, nuestra ministra Elena Salgado dijo "esperemos que Strauss-kahn utilice su mejor criterio en este caso, ya que en otros no parece haberlo utilizado", el 17 de mayo. Al día siguiente, la presidente Esperanza Aguirre en una guerra abierta para ver quién se cargaba la presunción de inocencia con menos estilo, decía que "callan y no dicen nada contra el magnate socialista que ataca a una camarera".

Bien, no me pronunciaré sobre el caso concreto. No tengo datos. Hablaré en general de lo difícil que es para un juez decidir sobre un caso de violencia sexual. Estos delitos, normalmente cometidos por hombres y denunciados por mujeres, ponen en primera pana la dificultad de la judicatura para impartir justicia, una vez deducido qué ha sucedido, con la dificultad añadida en un tipo de delitos que normalmente se cometen en la intimidad, sin testigos que puedan aclarar las contradicciones de las partes.

¿Cómo saber si una relación que comenzó libremente, a mitad de la noche se convirtió en una relación no consentida? (veremos que decide el juicio a Julian Assange, impulsor de Wikileaks). Y por otro lado, ¿cómo saber si la víctima consintió inicialmente simplemente por miedo, sobre todo en casos en los que el ofensor es un personjae poderoso, o su jefe, o simplemente un hombre físicamente muy fuerte?

El juez lo tiene bastante jodido, sobre todo porque los códigos no ofrecen la posibilidad de decidir que "le violó sólo un poquito", ni distinguen al violador profesional del hombre que mantiene una relación larga con una mujer y un día se pasa tres pueblos. ¿Cómo evitar la indefensión de la esposa que un día llega a la policía tras haber sido forzada y obligada a mantener relaciones sexuales por su marido? ¿Y cómo evitar la indefensión de un hombre al que la acusación de violación basada en un sólo testimonio (el del denunciante) le manda a prisión preventiva por varios meses?

Uff, muy difícil. Para que luego hablemos mal de los jueces.