A lo largo de estos días hemos oído a varios periodistas y políticos hablar del nazismo para sustentar sus críticas a la ley anti-tabaco. Además de las frases gloriosas del post anterior, hemos leído en Twitter a Arturo Pérez-Reverte fabular con que "Ana Frank fumaba, la delató un vecino cuando bajó a fumar al bar", o al inefable Javier León de la Riva, parafraseando a Niemöller, "Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí". "Aquí empezamos por denunciar a los fumadores".
Es habitual que a lo largo de una conversación cualquiera de nosotros evoque a Hitler o Goebbels como el máximo exponente de la maldad humana. Supongo que Jesús, Teresa de Calcuta o Vicente Ferrer son el extremo contrario, pero no impactan tanto en la argumentación. Es lamentable, no obstante, que los columnistas y los políticos, que al fin y al cabo son profesionales de la argumentación, sean tan simples que necesiten recurrir a Hitler para apoyar sus opiniones.
Menos mal que tenemos a la blogosfera para leer opioniones frescas e imaginativas. Los blogueros somos quizá más amateurs, pero también más auténticos.