De vuelta al "poblachón" manchego
Barcelona es … mejor de lo que esperaba sin duda. Quizá porque las veinte o treinta veces que anteriormente había desembarcado en el Prat lo había hecho con el portátil en la mano y con la agenda repleta. O quizá porque es realmente una ciudad preciosa.
En cuatro días da tiempo a ver muchas cosas, incluso sin buscarlas. Calles ruinosas en El Raval junto a restaurantes con estrella Michelín, plazas vacías y silenciosas a pocos metros de las calles más transitadas del Barrio Gótico, o los vestigios de una Barcelona medieval junto a los edificios modernistas, los cuales también ahora comienzan a ser antiguos … al menos comparados con la Torre Agbar.
A mí me encanta la Historia así que de monumentos también hubo lo suyo. La obligada visita a los lugares comunes nos llevó a la basílica de los bastaixos y de los burgueses. La Catedral del Mar como llama Ildefonso Falcones a Santa María del Mar en su exitoso libro. Me encantó. Una obra perfecta de gótico tardío enclavada en el sitio idóneo. Pero no la disfruté, pues cada cosa ha de estar en su sitio, y en las iglesias necesito que haya silencio. Y en ésta, ... en mi vida había visto una falta de respeto igual por una iglesia. Gente hablando en alto, gente disparando flashes, gente durmiendo en los bancos, un par de ellos dándose el lote, móviles sonando. Es lo malo de que algo sea gratis. En la Sagrada Familia, a 8€ del ala, no había tanto humano, y los que había aprovechaban lo pagado. Pero en la Catedral, al atardecer y frente al mercadillo navideño, tres cuartas de la misma. Había tal jaleo que ni se oía al cura mientras oficiaba. En cuanto me di cuenta de que había misa nos largamos, pero fuimos los únicos.
Visitamos también el Parque Güell (gratis y lleno de gente) y la Pedrera (otros 8€ del ala, y menos gente claro). Al Camp Nou no entré. Joder, 16€ por ver la sala de trofeos y el campo. Si fuera por ver un partido, aún amistoso ... así que me conformé con ver ganar al Madrid en un bar a 50 m del Camp Nou. No fue una de las peores experiencias …
Y hablando de monumentos, la Boquería. Cultura gastronómica que no me defraudó. Mucha gente, mucho color y mucho sabor. He de volver por allí para disfrutar más el casco viejo. Tiene mucho que ofrecer de día y de noche.
Barcelona es … mejor de lo que esperaba sin duda. Quizá porque las veinte o treinta veces que anteriormente había desembarcado en el Prat lo había hecho con el portátil en la mano y con la agenda repleta. O quizá porque es realmente una ciudad preciosa.
En cuatro días da tiempo a ver muchas cosas, incluso sin buscarlas. Calles ruinosas en El Raval junto a restaurantes con estrella Michelín, plazas vacías y silenciosas a pocos metros de las calles más transitadas del Barrio Gótico, o los vestigios de una Barcelona medieval junto a los edificios modernistas, los cuales también ahora comienzan a ser antiguos … al menos comparados con la Torre Agbar.
A mí me encanta la Historia así que de monumentos también hubo lo suyo. La obligada visita a los lugares comunes nos llevó a la basílica de los bastaixos y de los burgueses. La Catedral del Mar como llama Ildefonso Falcones a Santa María del Mar en su exitoso libro. Me encantó. Una obra perfecta de gótico tardío enclavada en el sitio idóneo. Pero no la disfruté, pues cada cosa ha de estar en su sitio, y en las iglesias necesito que haya silencio. Y en ésta, ... en mi vida había visto una falta de respeto igual por una iglesia. Gente hablando en alto, gente disparando flashes, gente durmiendo en los bancos, un par de ellos dándose el lote, móviles sonando. Es lo malo de que algo sea gratis. En la Sagrada Familia, a 8€ del ala, no había tanto humano, y los que había aprovechaban lo pagado. Pero en la Catedral, al atardecer y frente al mercadillo navideño, tres cuartas de la misma. Había tal jaleo que ni se oía al cura mientras oficiaba. En cuanto me di cuenta de que había misa nos largamos, pero fuimos los únicos.
Visitamos también el Parque Güell (gratis y lleno de gente) y la Pedrera (otros 8€ del ala, y menos gente claro). Al Camp Nou no entré. Joder, 16€ por ver la sala de trofeos y el campo. Si fuera por ver un partido, aún amistoso ... así que me conformé con ver ganar al Madrid en un bar a 50 m del Camp Nou. No fue una de las peores experiencias …
Y hablando de monumentos, la Boquería. Cultura gastronómica que no me defraudó. Mucha gente, mucho color y mucho sabor. He de volver por allí para disfrutar más el casco viejo. Tiene mucho que ofrecer de día y de noche.
Así que, qué más decir. La gente nos trató muy bien, aprendimos algo de catalán, y vimos cosas nuevas. Más vivencias, más criterio, más recuerdos.
Y a nuestros amigos Laura y Eduard, ... moltes gràcies per la vostra hospitalitat. Un abrazo.
Y a nuestros amigos Laura y Eduard, ... moltes gràcies per la vostra hospitalitat. Un abrazo.