La feroz competencia del sector ha empujado a muchas empresas de telecomunicaciones a diversificar ingresos más allá de sus áreas propias de negocio. Algunas de ellas han puesto una pica en el sector financiero, aprovechando la inmejorable pasarela que supone su ingente cantidad de datos, clientes, y la infraestructura de su red de comunicación. Telefónica, por ejemplo, lleva meses ofertando préstamos rápidos a sus clientes. Y para este mismo mes está anunciada la apertura del banco español de Orange, que ya opera como entidad financiera en su país de origen, Francia.
La multinacional española se lanzó al ruedo bancario de la mano con el objetivo de «romper barreras» y fidelizar a sus clientes, que de forma periódica reciben en sus 'smartphones' ofertas de préstamos de entre 1.000 y 4.000 euros a través de la web money.movistar.es «sin comisión de apertura» ni «trámites ni papeleos innecesarios». Por su parte, Orange Bank se presenta como una entidad «100% nativo online» y con una mayor gama de servicios: cuenta corriente, pagos, préstamos y transferencias. También sin comisiones. En un primer momento su oferta estará restringida a clientes.
Estrategias distintas, pero que se enmarcan en «un proceso de convergencia entre sectores y desaparición de fronteras tradicionales de negocio», dice Juan Luis Garvía, profesor de Economía y Finanzas de ICADE Business School. Garvía ve «cierta lógica empresarial» en el hecho de que Telefónica ofrezca créditos rápidos a sus clientes, «porque no debemos olvidar de que es una empresa con una caja mensual brutal. Su disponibilidad de liquidez es tremenda. Y cada vez abordan más mercados».
Además, se trata de una oportunidad de negocio basada «en el gran número de clientes y la información que disponen sobre ellos», añade Celso García Granda, socio responsable de Telecomunicaciones de KPMG en España. Gracias a esa relación con su base de usuarios, las 'telecos' «pueden apalancarse en la notoriedad y fidelidad que genera su marca comercial, en el conocimiento que tienen de sus clientes en términos de solvencia y capacidad de compra, y en que ya tienen estructurada su relación de 'backoffice' y de facturación con cada cliente».
A ello se le suma el hecho de que las actividades bancarias 'online', y más si sólo se centran en el préstamo de dinero, requieren de una infraestructura mucho menor que la de la banca física, y que de las que por supuesto las 'telecos' «van sobradas», sostiene Garvía. Además, el negocio de los microcréditos no necesita de licencia bancaria «ni tampoco te expone a la regulación de los bancos centrales, mucho más compleja», añade el profesor de ICADE Business School.
Garvía no ve, sin embargo, «un gran negocio» en la apertura de cuentas corrientes que sí está dispuesto a afrontar Orange, «teniendo en cuenta que los tipos de interés están a cero». Laurent Paillassoti, consejero delegado de la firma francesa en España, admitió en la presentación del banco que «el negocio de la banca es complicado», y que su implantación llevará un tiempo. Pero sostiene que con sólo lograr una penetración del 10% en su cartera de clientes de telefonía móvil (unos 15 millones), pasará a ser «un banco muy importante» en España.
La apuesta de Orange se produce en un contexto de caída de los ingresos (un -2,5%) en el tercer trimestre del año debido a la «intensa competencia» en el mercado, especialmente en los segmentos de menor valor. El banco francés de la 'teleco' ha captado 300.000 clientes en menos de dos años. Y el 30% de los pagos por móvil realizados durante 2018 en el país vecino se realizaron a través de Orange.
El principal obstáculo que se puede encontrar este tipo de empresas en su incursión en el negocio financiero es «su falta de conocimiento del mercado y de su regulación, que es peculiar. Eso explica que a menudo opten por aliarse con entidades financieras para prestar servicios de este tipo cuando no adquieren directamente entidades preexistentes», asegura Francisco Uría, socio responsable del Sector Financiero de KPMG en EMA. Es lo que ha ocurrido con Telefónica, que ha escogido como 'partner' de negocio a CaixaBank, que por otro lado es el tercer accionista en importancia (con un 5%) de la operadora.
A juicio de Uría, las grandes 'telecos', entidades financieras y las 'big tech' (Google, Facebook, Amazon, etc.) «competirán y se aliarán en distintos mercados y sectores. Y al final se impondrán las que sean capaces de proteger su base de clientes y sus datos».
Otro aspecto polémico que rodea la 'intromisión' de las empresas de telecomunicación en el negocio bancario es si deberían estar sometidas a la misma regulación -tremendamente exigente- que las entidades financieras. Se trata de «un tema tan polémico como complejo. Por un lado tienen que cumplir la regulación de la actividad que desarrollan. Eso no lo discute nadie. Pero por otro no le puede ser aplicada la normativa bancaria cuando no son bancos. Encontrar el balance entre no frenar la competencia y la innovación y mantener un alto nivel de protección del consumidor es el gran reto de los servicios financieros en el futuro», cree el socio de KPMG.