Corriendo por la vida

estoy viendo la carrera de F1 y desde hace una hora y media, la situación del campeonato del mundo ha cambiado un montón de veces. Nuestra existencia es similar, con cambios, cambios y más cambios. Todos los días, todos los meses, todos los años.

Decía Sartre, algo enrabietado, que estamos condenados a elegir, lo que no parece demasiado malo, aunque sí algo fatigoso y estresante. Pero tampoco ha de preocuparnos mucho este asunto, pues al final de la partida la mayoría de las cosas importantes ocurren gracias a pequeños cambios, a elecciones imperceptibles para quien las realiza. Y debe ser cierto, pues no conozco muchas personas que hayan conducido su vida en una carrera impecable, parando y acelerando en el momento justo, hasta llegar a algún lugar imaginado cuando sólo eran adolescentes.

En mi caso, no corro contra nadie, ni siquiera contra mí mismo. Conduzco tranquilo, mirando el paisaje, y respirando hondo. A veces acelero y veo el mundo pasar a toda velocidad, algo de pimienta en la vida no sobra. Otras veces paro a saludar a los amigos, o a cambiar la banda sonora, incluso de coche o de circuito pero siempre disfrutando la carrera a tope. Así que, si me ves en un semáforo, sonríeme, ajústate el cinturón ¡y acelera! Sin problemas chico, no tiene por qué perder nadie.

Por cierto, ahora que releo el post veo que no me gusta la comparativa con la F1. Mejor éstos ...

una decisión importante

Un día en que en un minuto se deciden millones de minutos futuros.
Cómo va tener sentido eso.
No sé nada de decisiones. Nunca lo he sabido. Pero se me va acabando el plazo para tomar una, sólo una, y no puedo evadirla más.
Los aviones me van a traer de regreso, aquí, que es lejos, o cerca, todavía no lo sé.
El proceso en que lo que está lejos empieza a acercarse mientras que lo que sentía cercano se aleja y se coloca a todos esos miles de kilómetros de distancia, que es donde están, donde siempre estuvieron, ese proceso me punza justo en medio de mí.

La que se mueve soy yo. Lo sé. Todo está quieto, la vida giro lento.

Un par de pasos no me pueden llevar tan lejos.
¿O sí?

Domingo 21 , de Cibeles a Sol

seremos pocos, algunas decenas de miles, lo cual tiene mérito pues esta manifestación no se convoca en los medios, no se habla de ella en el Congreso, no es un arma electoral, no tendrá líderes políticos en cabeza, no vendrán los obispos y ni siquiera será pregonada en las iglesias.

A la manifestación del domingo, como todos los años, acudirán personas, no siglas. Acudirá la gente de las parroquias, la gente de las ONG´s, algunos hippis idealistas y algunos yuppies con remordimientos. Tendrán en común el hecho de no ser colaboradores de un día, meros figurantes para la tele. No, los asistentes colaborarán todo el año, con su trabajo o con su dinero, para que en la manifestación del año siguiente seamos mil manifestantes más y un millón de pobres menos.

El domingo te espero, aquí
Buscar
cada parte de dicho olvido
viene a ser
una nueva forma de aislarse
y yo
ahora
abro los ojos
y me encandila
dicha distancia.
Infidelidades

hay que ver qué cosas tan terribles nos hacen los "amigos". Cómo se les ocurrió a contar aquel secreto tan importante, o darnos plantón, o no cogernos el teléfono cuando tanta falta nos hizo. ¿Qué clase de amigo es áquel que te llama para salir sólo cuando le falla la primera opción? ¿y áquel que te ventila a la chavala que te gusta? Pues una mierda de amigo, está clarísimo.

Pero, ahora que me doy cuenta..., ¡todos mis amigos me han hecho alguna de esas cosas imperdonables, y no una vez, sino más de una!. Gentuza, gentuza y más gentuza. ¿Será que no tengo amigos "de verdad"? ¿ o quizá he abandonar a estos sujetos tan infieles y tan poco fiables?. No sé, no sé, creo que les voy a dar una quinta, octava o duodécima oportunidad. Seguro que no vuelven a hacerlo. ¡Ay!, soy un blando.