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Buen balance

jueves segoviano de cena y copa, viernes de tarde despertar y paseo por el robledal de la Mata en buena compañía. Tarde andarina y anochecer en el campo. Mañana solitaria de sábado en las cumbres carpetanas, con Peñalara al fondo y nieve bajo los pies, bajando aprisa con tiempo para coger el coche y llegar al Bernabéu. Luego desilusión, derrota, ... bueno, seis derrotas, seis. Nada grave que una agradable cena con mi amigo Tigre no hiciera olvidar. Y hoy, Día de la Madre en familia. Quizá este días sea un invento de El Corte Inglés, pero me encanta. Ellas lo merecen todo.


Buen fin de semana sin duda. Jodido lunes ...
¿Habrá otras vidas?

Y no me refiero a la vida eterna ni nada de eso. Me refiero más bien a ese rollo con el que todo el mundo ha fantaseado alguna vez. Eso de que “me ha dicho una gitana que en otra vida fui vikingo, y luego geisha, y luego el tío que gritó “Tierra” en una carabela hace 500 y pico años."

Pero claro, la adivinadora de marras nunca da malas noticias. Nadie quiere haber sido uno de los gaseados en Treblinka, ni una víctima de la peste negra, o uno de esos chavalines africanos de cabeza y tripa hinchadas que salen por la tele justo a la hora de cenar.

Supongo que imaginar algo así es una forma de desear una vida mejor, o más apasionante, o distinta simplemente. O quizá sea sólo la curiosidad. A mí, puestos a desear, me gustaría haber vivido la vida de alguien que realmente pasó a la posteridad. Un Velázquez, un Pasteur o incluso la breve vida de alguien sensible pero intenso, un Miguel Hernández por ejemplo o Hendrix.

Creo que estoy siento egoísta. Pobre Velázquez, no sería justo que se hubiera reencarnado en alguien mediocre como yo, pero, qué demonios, algo habría hecho en su vida para merecerse esta penitencia. Ya se reencarnará en alguien de mayor categoría la próxima vez. Y que no se queje, leche, le podía haber tocado alguien más chungo. Y no me refiero “al del medio de los Chichos”, no, sino a algo peor, un contertulio del corazón por ejemplo (¿Mariñas? Puaagggggg )

Buf, estoy pensando que esto de la reencarnación tiene mucho peligro. Virgencita, que me quede como estoy … O quizá ... si me reencarno en un personaje de ficción. Uhmm, podría ser buena idea. Me voy a ir probando el burro a ver qué tal me queda ...



Cae la Bolsa, cae el ministro, caen las ventas, cae mi confianza en la gente, cae un antiguo jefe, caen los precios (o eso dicen), cae un año más, cae hasta el Barça.


Uff, cualquiera diría que estamos de nuevo en Otoño.


Los hay que saben vivir ...



Por cierto, según veo en la encuesta de la derecha, casi todos quedasteis contentos con los regalos de Navidad. ¡Qué suerte! Ahora a portaros bien todo el año. Yo ya estoy pensando en pedir una "neverita" como la del vídeo para el año próximo ...
Queda lo más difícil

qué luto eso de elegir regalos con poca pasta y con mucha obligación. Si además los agasajados te importan poco o no son agradecidos, no te digo cómo se queda el cuerpo cada día 6 de enero ...

Y es que la compra navideña debe ser uno de los trabajos peor pagados del año. Correr, buscar, pensar, calcular, y todo en un día chicos. Hoy he estado en varios centros comerciales y la experiencia da para un estudio antropológico completo. La suerte es que terminé con lo mío rapidito y me pude dedicar a observar al personal. Por un momento pensé que en lugar de observador iba a ser la cobaya, pero no, encontré lo que buscaba y me senté a mirar.


He visto estrés, pero del bueno, del que inunda de adrenalina los pasillos. He visto discutir a parejas, resoplar a las abuelas ante los escaparates, hasta los críos iban a toda pastilla. Había gente sentada con la cara tan cansada como si hubieran terminado el maratón hace dos minutos. El cine vacío, la FNAC llena. El parking diminuto para albergar tanto coche. Atascos a la entrada y a la salida. Y caras felices también, las de aquéllos que llevaban, por fin, todas las bolsas a cuestas. Sin dinero pero con el objetivo cumplido: un regalo para mamá, papá, los hermanillos, los cuñaos, los sobrinos, ... qué dispendio tan mal disfrutado.

Ahora queda lo chungo, el día después, la apertura masiva. ¿Les gustarán mis regalos, me gustarán los suyos? Un ojo en sus reacciones y otro en romper el papel que lleva mi nombre. Por favor, que al menos salga bien lo primero, que me se me jode el día. Bueno, pase lo que pase, siempre quedará el Roscón, y un día sin ir a la ofi, que no es poco.

Y los Reyes Magos, por Palestina, ¿no?. Allí sí están realmente jodidos. Menos mal que Nazareth queda en el lado israelí ...
¿qué hay del futuro?

Hace unos días una pitonisa me cogió la mano y lo primero que me dijo, antes de darme tiempo a preguntar nada, fue que iba a tener bastante pasta. No es realmente lo que más me interesaba, pero como debe ser que es la primera pregunta que le hace todo el mundo (cosas de la crisis), pues empezó por ahí:


_. Gracias, le dije. ¿Y de vida, cómo vamos?

_. Ochenta y tantos. Y de amores ... Ahí le corté y seguí a lo mío.

_. Cojonudo de momento, eh. Larga vida y bien de pasta. Buen rollito. Oye, ¿y con una vida tan larga, teniendo tanta pasta, me lo pasaré de miedo, no?

_. ( ... ) Mutis

Cagontó. No sé si es que realmente la brujilla no sabía cómo me iría o que vio algo que no era tan bueno. Ya me dejó mosqueado, oye.
Una pregunta os hago ...

hace unos meses una persona a la que aprecio, un proyecto de amiga, me dijo que estaba algo desilusionada con los amigos, que la amistad le parecía un concepto sobrevalorado, ¿qué pensáis vosotros?
Cambio de tercio

A veces, unas pocas en tu vida, se abre el portón y aparece un buen toro. Lo recibes de rodillas, a porta gayola, capote volando sobre los hombros y entre el color rosado adivinas el guiño de unos ojos azabaches engañados por la larga cambiada. Luego te das la vuelta, te sacudes el polvo de las rodillas y buscas al morlaco a tu espalda. Nueva suerte y nuevo desafío.

El embrujo no desaparece con los primeros pases, más bien lo contrario. Quedas prisionero del olor del animal, de su porte, del peligro de sus defensas. Todo es bello en los lances iniciales. El público observa y anima, embelesado. Todos se alegran de que por fin el arte y la furia estén juntos y a la vista.

Pero llegan los puyazos y con ellos se pierde la fuerza. La bestia ruge y el romance se desvanece. Llegan la sangre y los tropezones. Trabucado, el animal ya no es tan bello, ni tan fluido el arte del diestro.

Cambia el tercio y con la orquesta entra la desidia en el albero. Francisco Alegre ya no lo es tanto y de pronto urge matar y salir de allí. No es fácil. El juego es antiguo y las reglas no las pone el matador, ni el toro. Pases futiles, medias verónicas que sólo suscitan palmas tímidas. Pequeños triunfos para un cierto desenlace.

Y al final qué. Un animal indefenso esperando una decisión inevitable. De frente ambos. Contentos, ninguno. Si al menos todo acabase de forma rápida, pero no tendremos esa suerte …

Y es que la vida, como diría el filósofo de Ubrique “é como u toro
Tribus

Ayer en el atasco de entrada a Madrid me dediqué, como siempre, a mirar por la ventana. Antes que dar vueltas al tarro acerca de cosas inútiles, prefiero mirar al resto de los conductores, me gusta imaginar qué piensan, a dónde van. Me fijo en su aspecto, sus coches, esas cosas. Si fuera mujer me llamarían “cotilla”, pero como soy hombre, lo dejaremos en “curioso”.

Ayer me estuve fijando en los signos distintivos que lleva la gente en los coches. Algunos llevan pegatinas, tipo la “E” de España, con o sin banderita, un toro “español”, un burro catalán, una oveja vasca o una cabra canaria. Son indicios que denotan que el conductor está orgulloso de su lugar de procedencia. Aquí en Madrid, por ejemplo, los de Vallecas llevan una pegatina que dice “Valle del Kas” y con eso van diciendo "hala, aquí estoy yo, que soy de Vallecas".

Son menos los que llevan el escudo de su equipo, supongo que por miedo a que un hincha rival (y animal) le haga algo al coche. Aún así, son legión los taxistas madrileños con un escudo del Atlético de Madrid. Los taxistas son una raza aparte, como los atléticos.

Dato: casi todos los que optan por este tipo de distintivos son tíos. Las chavalas suelen dejar de lado los símbolos políticos o deportivos, pero también ponen pegatinas, eh. Es tremendamente usual ver la florecilla de marras ...

En fin, el atasco se diluyó y yo llegué a la oficina pensando en que los humanos tenemos una necesidad tremenda de pertenecer a un grupo, y de hacerlo saber al resto. Supongo que viene de antiguo y que la costumbre tribal no se pierde en un par de siglos de nada. Así que cuando entré por la puerta, no me sorprendió que uno de los vigilantes le dijera al otro: “dale caña a éste, que está cabreado por el empate del Madrid ayer, no como nosotros”. Evidentemente “ellos” son atléticos, y "yo" soy de otra tribu, y había que hacerlo ver ...



Currar para vivir o vivir para currar

Supongo que en otro tiempo tuve ilusiones de desempeñar algún trabajo concreto, pero el tiempo las fue derribando una a una. La miopía no me dejó trabajar en la policía, pero a la vez me libró de la mili. Mi interés por la política se diluyó pronto, sólo tuve que asomarme por una rendija de las cortinas para retirar la nariz de inmediato, aturdida por el hedor. Al poco tiempo me planteé trabajar en los juzgados, buscando la JUSTICIA con mayúsculas, pero también me rendí. Una pasantía con un alcóholico y un año sin cobrar un duro tuvieron la culpa. La leche, soy un fracasado, pensé. Ante tal desdicha, me puse de frente al mundo laboral y exclamé, (para mí mismo, no os creáis que monté un show) "juro que jamás volveré a pasar un mes sin cobrar" y me lancé a ganarme las lentejas al salvaje ruedo de la patronal. Seguros, brokers, consultoras, en un año tuve tiempo de tocar varios palos y recibir otros cuantos (gané poco dinero y una maravillosa amiga, buen botín sin duda). Luego, el desarrollo laboral definitivo. Suelo decir que no trabajo en lo que más me gusta, sino en lo que mejor se me da. Espero que estos años sean lo suficientemente fructíferos como para dejar de trabajar en esto y comenzar, por fin, con algo que me apasione.



Smilies

Hoy voy a hacer publicidad de otro blog. Se llama “Faces in Places” y se dedica a encontrar rostros en los sitios más insospechados. No sólo en un árbol o en una roca, o en una nube, que eso está muy visto, sino en cualquier lugar u objeto.

Lo que más me ha gustado es que casi todas las caras sonríen. Debe ser por eso por lo que no hay ninguna foto de Mariano Rajoy o de Maria Teresa Fernández de la Vega, je, je. Bueno, no me meto más con ellos, que yo tampoco soy el doble de Adonis (aunque sí sonrío y mucho)

Hay va el enlace. A ver qué os parece. El blog admite colaboraciones, así que si tenéis alguna foto de este estilo, podéis enviarla para que os la publiquen:
Si es que no me entero

A ver si me lo explica alguno que sea más listo que yo, uno que haya estudiado ingeniería, o mejor, uno que haya ganado una oposición, eso es.

A ver, o sea que me decís que si no hay ganado, sube la carne, nos quedamos sin proteínas y morimos.
Y también me decís que si hay ganado, entonces las vacas se tiran demasiados pedos, se incrementa el efecto invernadero y morimos otra vez.
Si hay agricultura, que si tal …
Si hay …


Y no me entra en la cabeza. Hubo un tiempo en el que los árboles medían más de cien metros y el campo estaba lleno de dinosaurios, que ríase usted de un pedo de dinosaurio … por no hablar de las cagadas, claro, vamos que cómo debía estar el campo ... Y parece que vivían todos muy bien, y muy a gusto, hasta que un meteorito o un alienígena borracho que estrelló la nave, lo jodió todo.

Va a ser o que los que molestamos somos nosotros, o que va a tener que caer otro meteorito para poner todo en orden …
Con los cinco sentidos en Collado

Despierto y oigo a los pájaros. A mí cerebro urbanita le cuesta ubicarse ¿es ya domingo? Cae el agua de la ducha. Definitivamente no estoy en la ciudad. El agua huele ligeramente a río y no quiero salir de aquí. Cierro el grifo y entro en mi habitación. Es tan grande como mi salón de la ciudad. Adoro la aldea. Abro el cajón de la cómoda y ahora el olor que me llega es de la madera nueva. Bajo las escaleras, beso a la abuela y le doy los buenos días a gritos. No estoy seguro de que aún así me haya oído, pero ella responde pausada con alguna fórmula ya oída mil veces. Sonrío. Oigo el pitido de la cafetera y busco la cocina. Mi madre con la sonrisa de oreja a oreja. Esto también lo he visto una y mil veces. Besos de nuevo.

Echo de menos el diario y salgo a buscarlo. El sol todavía remonta desde el Este y hace fresco en el pueblo. Ando deprisa y aún así me paro cada cien metros para hablar con alguien. Los huertos, el tiempo, los críos, qué tal la familia. Bien gracias y vosotros.

Entro al bar y voy directo al estante de los diarios. Miro las cabeceras, El Adelantado, El Mundo (puag), La Razón, Marca ... Hojeo el ABC y leo un par de columnas. Qué bien escriben estos tíos. Ya podían aprender los demás. Bah, no me apetece pensar. Cojo el AS y pido un café con leche, en vaso grande. Aún tengo las manos frías y disfruto rodeando el vaso con ellas. Ponme un par de rosquillas, César. Estoy seguro de que sonríe mientras me voy hacia la mesa de siempre, la más iluminada. Este chico siempre sonríe, debe gustarle mucho su trabajo.

Leo despacio, saboreo las rosquillas. Uhmm. Me comería ocho. Media hora que pasa volando. Me voy del bar aún con el gusto del café en el paladar y con el periódico bajo el brazo. Aún quedan un par de horas para que los amigos aparezcan en el otro bar del pueblo. El embrujo de la caña y los torreznos aún no planea por Collado. Toca paseo por la sierra, lento primero, acelero después para llegar a alguna meta perdida. Ahora sí pega el sol. Es la hora en la que huele a campo, sin más. Quizá a algo de aroma del poleo al pasar un riachuelo o de retama al bajar entre los robles.

Miro al sol. Otra vez lo mismo que ayer. Son casi la una y no me apetece bajar del monte, pero mis amigos ya deben estar en la terraza tomando la primera. Sería un pecado que me echaran en falta. Llego y como siempre, soy de los últimos. Cuento vasos vacíos y pido cerveza y refrescos y por supuesto, los pinchos. Torreznos, tortilla, costillas, qué maravillosa costumbre esta de dar un pincho con cada bebida.

Como siempre también soy de los últimos en irme. Las tres y sin hambre, paseo hacia casa con los amigos que viven en esa parte del pueblo. Hace mucho calor y al entrar en casa parece que la sombra haya caído de repente. Parece mentira que en unas horas tengamos que ponernos los jerseys o los forros polares. Qué clima el nuestro.
vuelta a la rutina

se acabaron las fiestas de Collado, se acabaron las vacaciones. Acaba de terminar el encuentro de vuelta de la Supercopa y el Real Madrid gana 4-2. Partido vibrante y buen broche final para las magníficas vacaciones que he disfrutado este año.

Mañana regreso a la oficina con las pilas muy cargadas. Si los quince días en Alemania fueron fabulosos, las fiestas del pueblo no se han quedado atrás. Ha venido mucha gente al pueblo, las orquestas han sido buenas y el clima no nos ha machacado demasiado (algunos años bajamos de 5 grados). En cuanto me las manden, colgaré alguna foto en la galería lateral.

Estos días nos hemos reído mucho en familia y además,¡por fin comenzamos con las obras de la casa! Ya la están derribando estos días y aunque me da pena ver cómo desaparece el hogar de nuestra familia en los últimos cien años, ya sólo pienso en la construcción del nuevo edificio. La casa vieja estaba tan deteriorada que no hubo otra opción así qué, no miremos atrás y pásemos página.

Está claro que somos unos privilegiados. Reímos y vivimos. La catástrofe del otro día debería enseñarnos, si no lo sabemos ya, que no necesitamos más que la vida para ser felices. Y desde luego, Collado Hermoso es un buen lugar para vivir esa vida.
¿Agosto relajado?

Llevo ya una semana en la cruel realidad laboral. Dicen que en verano no hay curro. Nooooo, qué va. Eso debe ser cuando en tu ausencia alguien se ha encargado de hacer tu trabajo. Cuando llegué a la oficina la semana pasada tenía 1.119 correos. La verdad es que la mayoría de ellos eran "spam" (¿cómo demonios se han enterado en Internet de que me quiero alargar el rabo y que soy adicto a Viagra, Prozac, anfetaminas diversas y algún que otro antidepresivo?).

También abundaban correos inútiles, en los que yo estaba en copia por alguña extraña razón. Total, que tras la limpia de porquería cibernética, quedaron unos 350 correos de color marrón oscuro. Lo suficiente para joderme la semana pasada y amargarme el regreso. Snif.

Bueno, creo (espero) que las vacaciones del descanso serán la semana que viene. Pueblo, cañas, sierra, cañas, amigos, cañas, familia, cañas, sol, cañas, y pinchos por supuesto.
Qué injusta es esta vida

cada vez que voy a un funeral de alguien que murió demasiado pronto me encuentro peor, más cabreado con la Suerte, o con la Providencia o con Dios o con lo que sea que decide el tiempo que nos queda. No es que no entienda la muerte. No es eso, pero no dejo de pensar en ella desde el domingo pasado. Un viaje a otra ciudad a ver por última vez el rostro de una preciosa niña que se ha ido sin advertirlo siquiera. Trescientos kilómetros conduciendo solo y viendo su cara en cada árbol, en cada coche, en el asfalto, y luego, nada. Sólo lágrimas y desgarro.
Nada más llegar al tanatorio me encontré con su padre, que había sido el mejor amigo del mío. La última vez que nos vimos fue precisamente cuando mi padre nos dejó. Un abrazo sin palabras, fuerte y tembloroso a la vez, y lágrimas de nuevo. Su hermana, su madre, todos aquellos rostros tristes y desencajados. Y ella, preciosa en aquélla urna, como la Ofelia de Millais. Era sin duda la chica más guapa de la aldea. Ahora es ya parte de su historia. Sus cenizas se confundirán con la tierra rojiza y sé que cada vez que paseemos por la aldea su recuerdo aparecerá por doquier. Mañana he de ir allí y no quiero hacerlo. Siempre me duele pasear por ese pueblo pues hay señales de mi padre por todas partes, pero mañana será aún peor.

Lo siento de verdad, Beatriz. Dice mi prima que el creer que nos volveremos a ver ayuda mucho, pero yo no creo, y tampoco puedo olvidar. Dejaré mi recuerdo de ese maldito domingo atado a ese cuadro y te recordaré a ti sonriente y llena de vida. Adiós linda.
Hoy me encontré con la reina de rombos …

fíjate, una reina y ahí estaba, tirada, en medio de la calle. Yacía boca abajo entre los coches, como si estuvier escondiendo su vergüenza y su humillación. Sin pensarlo, decidí salvarla del peligro de ser atropellada, o peor aún de ser pisoteada por algún sujeto indigno siquiera de besar sus pies. No son tiempos desde luego en que la real condición te defienda más de lo que te defiende un periodista a sueldo. Hay muchos reyes, muchas reinas, y quedan pocos lacayos, así que no pudo decir que no a mi ofrecimiento. Desvalida como se hallaba, elegir hubiera sido un lujo con el que no contaba.

Respecto a mí, soy un hombre con vocación servidora y nunca me he podido resistir a una mujer de noble cuna y sangre de color azul cielo. Una simbiosis perfecta, vaya. Yo todavía no sabía qué podía ganar haciendo lo que hice, pero, qué demonios, tampoco perdía nada. No había peligro a la vista, aunque los hombres de mi clase sabemos que una mujer su clase no debería siquiera ser tocada.

Fui osado tal vez, pero al fin y al cabo, no era más que un naipe, huérfano de sus 51 hermanos, y no dudé ni un momento en adoptar a la pequeña reina. Ya duerme, fuera de peligro, en el bolsillo de mi camisa. Espero que no me pague clavándome su rombo en el corazón.
¿soy ya mayor?

y no es que hoy sea mi cumpleaños ni nada de eso. No. El tema es que hoy me di cuenta de hace mucho que nadie me pregunta aquello de "oye, y tú, ¿qué quieres ser de mayor?". Durante tu niñez, adolescencia y universidad (algunos hasta los treinta, je, je) recibes a menudo esa pregunta, de forma cariñosa de pequeños y de forma algo más capulla según vas creciendo. Al principio es un juego, y las contestaciones hacen gracia "yo, enfermera, yo, policía (y es que los niños no saben de Ginés y cosas de ésas)". Luego, según vas estudiando y tal, los profesores, algún pariente, te meten cosas raras en la cabeza "yo, catedrático, yo veterinaria" (impresionados y contentos tus papás).

Más tarde, cuando entras en la universidad o no entras y simplemente cambias de curro a curro sin un rumbo fijo mientras odias cada vez más vivir con tus padres y ellos que vivas allí, la preguntita de marras comienza a ir con coñas, "oye, y tú que piensas hacer de tu vida, porque digo yo que algo harás, ¿no?". Y piensas que lo que vas a hacer es coger la puta puerta y vas a irte a pasar el finde todo cocido a la playa más cercana, y si es posible con tus colegas. Probablemente es el mejor momento de tu vida y el único en el que realmente vas a hacer lo que te sale de las narices, pero claro, entonces no lo sabes.

Luego empiezas a ganar pasta, te vas de casa, te juntas, te separas, te compras un carro, te cambias de curro para ganar más, te juntas de nuevo, te separas o no, tienes un churumbel (estas tres últimas cosas no tienen por qué seguir este orden) y piensas, "coño, tendría que ir decidiendo qué voy a ser de mayor". Don´t worry, sólo piensas eso un minuto al año y se olvida pronto.

Yo tengo 30 y tantos y ando más o menos por el párrafo anterior. Este fin de semana gasté el minuto anual en el que preguntarme qué voy a hacer de mayor y he pensado que antes de que se me olvide podría ponerlo en el blog. Mira tú que si ya fuese mayor y no me hubiera dado cuenta ...
Una de agua

estoy mirando por la ventana mientras miro cómo llueve en mi calle. Son más de las diez y no queda nadie ahí fuera. La gente se ha recogido en sus casas y a esta hora aún sale una luz amarilla, cálida de muchas de sus ventanas. Es ésta una noche de llovizna cadenciosa y lenta, de la que solemos envidiar a los del Norte. Lluvia paciente, de la que cala y moja la tierra, como dicen en el pueblo.

Recuerdo días similares cuando éramos pequeños. Mi hermano y yo siempre salíamos a la terraza y, encogidos bajo una manta, pasábamos la tarde mirando cómo llovía. No es cuestión de llamarle ahora y pedirle que venga con la manta, entre otras cosas porque estos pisos modernos no tienen terraza ni na, pero tengo nostalgia de aquello. El zorro hermano confiesa que en días como éste va a pasear a la calle sin paraguas ni nada, a mojarse. Dice que le encanta. Y es que esta lluvia, fresca pero no fría, cala sin molestar. Casi invita a salir a pasear y a disfrutar del barrio en soledad, sin injerencias de otros.

Mi calle está iluminada por unas farolas algo tristes pero que nunca iluminan tanto como estas noches. Clac, clac, andando de una farola a otra puedes oír tus pasos sobre la acera. No son los mismos sonidos que parecen perseguirte cuando pisas el pavimento mojado de las calles de Santiago, pero son tuyos y por eso de vez en cuando reclaman tu atención y te traen de vuelta al mundo real.

Estas noches me hacen pensar más de la cuenta, y quizá esa sea la razón por la que luego, por la mañana, me despierto tan cansado, como si los sueños siguieran dando vueltas en mi cabeza. Y cuando levanto con esa sensación, miro por la ventana seguro de encontrar la calle mojada. ¿Ves? Lo sabía, esta noche ha llovido.
Mucho de todo ...

... muchos días de vacaciones
... muchas horas con la familia y con los amigos
... muchos kilómetros
... muchas cervezas ;)
... mucho ejercicio (bueno, no tanto)
... mucha barba (la que dio tiempo a salir en diez días)
... mucha carne en Lobiche, Cándido, Manrique, y todo el pulpo que me comí en Galicia.
... mucho descanso
... mucho cabreo con mi Madrí
... mucha lluvia al principio y mucha nieve al final
... muchas fotografías ¡cómo la que podéis ver en la nueva cabecera!

y, en fin ... muchos correos me acechaban hoy desde la bandeja de entrada.