Tirar de la manta

es por todos conocido uno de los argumentos más manidos por cualquier candidato: "quien desempeña actualmente el cargo malversa los fondos de la institución". Podríamos estar hablando del gobierno de la nación, o de una cooperativa, ... o de un club de fútbol. Por hablar del último caso, tanto el actual presidente del Barça, Rosell como el del Madrid, Florentino, se llenaron la boca con los supuestos delitos económicos de sus predecesores, prometiendo "tirar de la manta" en cuanto ganasen las elecciones. Pero luego ... una vez instalados en sus anheladas poltronas, el afán justiciero parece que ha quedado bajo la alfombra.


También parece que hay una tendencia extendida de "tapar" a los de nuestra clase (pero no al resto). He observado que en el mundo de los "directivos" se entiende que la destitución, y el consecuente descrédito, es un castigo bastante para casi cualquier falta cometida, incluso si esa falta es un delito penado por la ley. Cuando el culpable es un subalterno ... la cosa cambia. En el mundo de la empresa tenemos un ejemplo reciente, el mega-proceso emprendido por la justicia francesa contra Jérôme Kerviel, el broker de Société Générale cuyas operaciones de alto riesgo ocasionaron pérdidas de 4.900 millones de euros y que recientemente ha sido condenado por abuso de confianza e introducción de datos ficticios en el sistema informático. Jérôme ya está en la cárcel. Sus jefes, sólo relegados.


Me pregunto cuantos años en la cárcel van a pasar la pléyade de directivos aficionados a la "contabilidad creativa" de ambos lados del Atlántico. Seguro que no tantos como el bueno de Jérôme ...