Rostros eternos

cuando paseo sin prisa y solo por un lugar de exposición, me gusta dedicar un buen rato a contemplar un solo cuadro y descubrir el mirón que llevo dentro, escudriñando escenas en busca de rostros de otro tiempo. Los pintores normalmente nunca inventaban caras, aunque quizá camuflaron alguna, y en la mayoría de los cuadros, como si fueran fotografías de album casero, inmortalizaron a personajes desconocidos, amigos, familiares o a cualquiera que el artista se había cruzado por la calle aquella mañana.

Y así paso tiempo buscando las miradas del pasado en las obras que contemplo. En ocasiones me podría tirar mucho tiempo, dada la cantidad de sujetos representados en el cuadro. "El entierro del Conde Orgaz" sería un buen ejemplo:

aunque a veces bastan un sólo un par de rostros cuando son tan intensos y misteriosos como los de este "Sueño de S. José" de Georges La Tour.


o un sólo rostro que vale por ciento, como éste último cuadro que siempre me ha inspirado mucho respeto, quizá por la severidad de este "Inocencio X", que acojonó incluso a Velázquez. Me hace sentir como si hubiera cometido algún pecado imperdonable, "unforgiven" , como dirían James, Lars y compañía