Agitando mi conciencia

es difícil ser generoso. Ni siquiera hablo de serlo a todas horas. Es difícil tan sólo dejar de pensar en uno mismo un rato al día.

Invertir unos minutos en el bienestar de la gente que nos rodea, ayudarles, divertirles, apoyarles, no asegura un retorno inmediato, más bien es a veces un sacrificio, pero quizá a la larga dé satisfacciones.

Y digo esto porque me molesta darme cuenta de que este zorro, o alguno de los que me rodea nos ponemos a nosotros mismos en el primer lugar de la lista de prioridades incluso en las cosas más nimias. Ser codicioso en lugar de solidario, es sin duda una actitud natural. Pero también es cierto que esa actitud viene de la parte más animal del ser humano y me da la impresión de que todo lo malo que veo en la tele, en la oficina, en mi entorno, viene de ese maldito instinto acaparador que nos legaron miles de años de supervivencia.

Quizá sea filosofar en exceso y quizá también sea una conclusión injusta pero desde luego creo que el acto más avanzado de evolución humana es la generosidad. Aunque, quizá lo que ahora está de moda es la involución, no sé.


Para animarnos a regalar un poco de lo que tan celosamente guardamos, una canción alegre: Down under - Men at work