Los abrazos no dados

el pasado domingo, en un dominical, me encontré con un texto cuyo título repito y del cual reproduzco unas líneas:

"inevitablemente, uno mira alrededor para comprobar si está abrazando lo suficiente a quienes le rodean y le importan.Y comprende que hay mucho abrazo vano y mucho besuqueo en el aire, pero que nos falta acercar el pecho, darse con el torso uno de esos toques profundos, una de esas transmisiones de afecto que el otro metaboliza, que acompañan" (...)

Maruja Torres. El País Semanal, 8 de agosto de 2009.


La autora parecía compungida preguntándose si había abrazado lo suficiente a alguien recientemente fallecido y pensé que es común a las personas sentir, normalmente con cierto dolor, que podríamos haber exprimido más la relación con los que se fueron.

En un plano más banal, abrazar nos agrada cuando estamos felices y nos reconforta cuando estamos tristes. ¿Por qué no lo hacemos más? pues no sé, hay tantas cosas en la vida que deberíamos hace y no hacemos. Pero tranquilos, queridos amigos, que yo no meteré lo de los abrazos en mi " to do list ". Ya sé que estáis hartos (y hartas) de que os sobe y os besuquee.

Besos a todos (digo, abrazos)