Se fue a jugar un día y no la vieron regresar, por ahí está y se hizo un poco más vieja, ya no se sienta en el suelo, no se ensucia las rodillas, no se raspa, no sangra, no se le ve. Se despeina igual, corre a veces, quién sabe a dónde va ahora, la vieron en un auto amarillo.
De chicos él pensaba que cuando crecieran de repente ella lo vería, porque él sería más alto y entonces un día, que el sol le cayera bonito sobre la cara e hiciera que sus ojos se vieran más claros, él le diría algo, de repente sólo ¿esperas esta combi también? Y se subirían juntos. El chofer no correría, nadie robaría celulares y el cobrador no gritaría porque sería una combi tan especial.. porque habría sido un momento tan mágico que lo hubiera contagiado todo de colores y cumbia rosada.
Eso pensaba él cuando le preguntaron por ella. No supo qué responder. Suponía que estaría en su casa ahora, de repente hablando por teléfono o sacándose algún pelito de la ceja con una pinza. Como fuera, él estaba afuera y ella estaba lejos.
Ella no pensaba en él, nunca. Pensaba en otros, y los imaginaba lavándose los dientes y haciendo pesas frente al espejo. Luego salía de su casa corriendo para encontrar un buen lugar donde llorar por ellos.