Citius, altius, fortius

Extraños días éstos, en que la competencia lo domina todo. En el siglo XXI el éxito de un individuo ya no es un espejo para el resto. Ya nadie se alegra por él. De hecho ya ni siquiera se le envidia. Al triunfador solamente se le critica o incluso se sospecha del origen de su ascenso social. Salvo que hablemos de un desconocido, claro ( a los conocidos, ni agua ). En ese caso solemos admirar el resultado, pero nunca el camino recorrido hasta llegar a él. Y si el sujeto finalmente ha caído, su currículum se hace invisible de repente, pues sólo veremos "un fracasado" frente a nosotros.
Citius, altius, fortius, esa es la regla. Como si de una competición se tratase, ya sólo se valora la inmediatez del triunfo. Profesionalmente hablando, nos creemos expertos tras sólo unos meses de prácticas; cambiamos de empleo sin parar buscando un rápido incremento de salarios. La vinculación a una empresa durante toda tu vida es cosa del pasado, y es normal que la gente cambie de empleo cada tres o cuatro años.

Es cierto que los sistemas retributivos de las empresas no animan a otra cosa. Ya no se paga la fidelidad a la empresa, más bien lo contrario. La antigüedad es un carga y lo que se valora es la novedad. ¿Quién no ha pensado alguna vez que se paga mejor a los recién llegados que a los veteranos con experiencia? Y no hablo de gente en el fin de su carrera, sino de "veteranos" de 30 años con cinco años en el mismo puesto que ven como a su lado ponen a otro treintañero que cobra el doble que ellos por el mismo trabajo. No es de extrañar por tanto que se reciba a los "nuevos" con miradas de desconfianza y desde luego sin ninguna ilusión.

Poco a poco vamos entrando todos en una espiral de competencia, y sucede que nadie entiende porque alguien decide detener su carrera por propia voluntad. Oímos que Pepe o Juan han decidido cambiar su sueldo por calidad de vida y sólo lo concebimos si ha tenido alguna enfermedad o golpe vital por medio. ¿Renunciar a la pasta o a la fama por que sí? Imposible.

Más rápido, más alto, más fuerte. Parece que el antiguo lema del Barón de Coubertin se adapta mejor hoy a la vida profesional que a la deportiva ... ¿ tenemos aún alguna posibilidad de retirarnos de esta carrera ?