Cine cómico

cuando era pequeño sólo había un canal y medio en la televisión, y muchos de los programas, sobre todo los de folklore o concursos me aburrían soberanamente. Siendo un chaval, lo que más me gustaban eran las series de policías (poco ha cambiado la cosa) encarnadas en "Los hombres de Harrelson" o "Starsky y Hutch", pero yo no era el dueño del ¿mando? y tocaba ver lo que quería papá.

Afortunadamente, lo que más le gustaba era "Cine cómico". No los Ozores, Esteso o Paco Martínez Soria, sino un programa de "cortos" en el que aparecían los genios del cine mudo: Harold Lloyd, Chaplin, Buster Keaton, etc ...

 

Este tipo de cine, nunca superado a mi parecer, creaba situaciones irónicas, muchas veces satíricas, de pícaros al más puro estilo español del siglo XVII, que con pequeñas argucias mataban el hambre y el tiempo en un momento en el que en Estados Unidos estaban muchísimo peor de lo que ahora estamos en España.

Echad un ojo a "La cabra" de Buster Keaton, ¡a ver qué os parece y qué os recuerda! Estos humoristas se parecen mucho más al Lazarillo de Tormes o al Buscón que a José Mota.

Codicia

y ahora, tras hablar de los de a pie en el post anterior, hablemos del Estado. ¿Han aprendido también ellos la lección? Lo dudo, es más, estoy seguro de que no han aprendido nada. Están perdidos porque ni saben qué paso, ni lo que está por venir.

Y además ni siquiera dan razones de lo que hacen; ¿hay algún español que no se haya preguntado?

  1. ¿por qué no quiebran los bancos?
  2. ¿por qué tenemos que darles dinero de todos si su propiedad es sólo de algunos?
  3. ¿por qué, si dicen estar tan mal, sus balances arrojan beneficios?

ningún diputado parece interesado en contestar estas tres preguntas, pero tenemos alguna sospecha de sentido común que nos da que pensar:

  1. Por que sus acreedores (otros bancos y fondos) no están interesados en desmenuzarlos. Un banco por piezas vale mucho menos que uno entero, y creando pánico sobre las consecuencias de la quiebra (la imagen del crack del 29 aún pesa, casi un siglo después) convencen al estado de que el rescate es un "mal menor".
  2. Hablar del Estado no es hablar de todos, sino es hablar de los políticos, que son pocos. Y su honestidad, lejos de estar fuera de toda duda, está más bien por demostrar. Sospechosos habituales de recibir prebendas cuando no de meter directamente la mano en la caja, no sería de extrañar que fueran víctimas codiciosas del dinero asignado por el "lobby" bancario para ablandar voluntades.
  3. Ah, la contabilidad, esa extraña ciencia, más digna de ser enseñada en "Cuarto Milenio" que en un aula universitaria. Como dice el dicho, "el excel lo aguanta todo". 


Al llegar a este punto he cambiado el título del post y he escrito la palabra CODICIA que por desgracia parece el origen de todos nuestros males. Nos lo escribió Quevedo, nos lo hicieron recitar en el colegio, y aún no nos enteramos:
Es galán y es como un oro;tiene quebrado el color,
persona de gran valor,tan cristiano como moro;pues que da y quita el decoroy quebranta cualquier fuero,poderoso caballero
es don Dinero.



Monseñor JUAN GERARDI.pdfMonseñor JUAN GERARDI.pdf
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Lección aprendida

Hace unos años oí a Antonio Vega en una entrevista sobre su vida. Como no, salió el tema de su drogadicción, y contó cómo se enganchó. El artista decía que había comenzado a consumir heroína en un tiempo en el que no había yonquis por las calles, en un momento en el que no había referencias sobre las consecuencias de la drogadicción, ni publicidad de Sanidad, ni advertencias de los padres, un abismo sin señalizar en suma.

El cantante madrileño no huía de su desgracia pero trataba de justificar sus debilidades. Tampoco podía escapar de ellas. Estaba enganchado.

Con la crisis, mucha gente se ha quedado enganchada. Las drogas en este caso fueron las ofertas de préstamos, hipotecas, financiaciones que nos nublaron los ojos y el buen juicio. Como Antonio y la heroína, no teníamos referencias. Nos dejamos colar productos complejos "por que me fío del del banco" o "porque todo el mundo lo hace". Tampoco entonces había gente embargada por la calle que nos pudiera contar los efectos del riesgo financiero. Tampoco en casa nos decían, "hijo, que en el banco te engañan". Nadie conocía los riesgos y estaba de moda ser asesor financiero en la barra del bar.

Hoy, y tras ver cómo la droga hipotecaria ha consumido a muchos, vemos advertencias en todas partes. "Te lo dije" dicen los "enteraos", y se ha desatado la caza del comercial de la sucursal. Siempre que se produce una crisis, una desgracia, una ofensa, se desata la caza del culpable. En este caso sin embargo, no estoy de acuerdo. Mucha gente sí recibió advertencias durante esta crisis; como aquéllos que nos explicaron en un papel los cálculos sobre su hipoteca en yenes, o los que preguntaron "oye, qué te parece eso de las preferentes" y las suscribieron a pesar de los consejos en contra, y a alguno que firmó una ampliación de hipoteca sólo para comprar muebles más caros. En cualquier caso, la mayoría fueron como corderillos a la sucursal para que una panda de administrativos reconvertidos a la fuerza en comerciales les recitaran el prospecto de un producto que no entendían ni siquiera ellos mismos.

Ahora no se trata de flagelarnos, ni de flagelar a los "del banco"; simplemente de hacer autocrítica. Si asumimos que hemos fallado, tendremos cuidado la próxima vez. Las acciones, los productos estructurados, las rentabilidades extrañas ... para otro. Nadie da duros a cuatro pesetas, decían en el pueblo. Pues eso.

Y termino como empecé, Antonio Vega en la letra, Enrique Urquijo cantando. Ellos no tuvieron mucho margen para rectificar. Grandes ambos.

Europa

a pesar de la capacidad de aniquilarnos y reconciliarnos, a pesar de nuestra Historia común, de nuestro inconformismo, de nuestras raíces fuertes, de nuestros antepasados que levantaron Grecia y Roma, de 500 años de vanguardia tecnológica, a pesar de todo lo anterior, siempre pensé que Europa suena a tristeza y pasado, aunque como en la composición de Santana, tiene un coletazo final que da algo de esperanza ...