¿soy ya mayor?

y no es que hoy sea mi cumpleaños ni nada de eso. No. El tema es que hoy me di cuenta de hace mucho que nadie me pregunta aquello de "oye, y tú, ¿qué quieres ser de mayor?". Durante tu niñez, adolescencia y universidad (algunos hasta los treinta, je, je) recibes a menudo esa pregunta, de forma cariñosa de pequeños y de forma algo más capulla según vas creciendo. Al principio es un juego, y las contestaciones hacen gracia "yo, enfermera, yo, policía (y es que los niños no saben de Ginés y cosas de ésas)". Luego, según vas estudiando y tal, los profesores, algún pariente, te meten cosas raras en la cabeza "yo, catedrático, yo veterinaria" (impresionados y contentos tus papás).

Más tarde, cuando entras en la universidad o no entras y simplemente cambias de curro a curro sin un rumbo fijo mientras odias cada vez más vivir con tus padres y ellos que vivas allí, la preguntita de marras comienza a ir con coñas, "oye, y tú que piensas hacer de tu vida, porque digo yo que algo harás, ¿no?". Y piensas que lo que vas a hacer es coger la puta puerta y vas a irte a pasar el finde todo cocido a la playa más cercana, y si es posible con tus colegas. Probablemente es el mejor momento de tu vida y el único en el que realmente vas a hacer lo que te sale de las narices, pero claro, entonces no lo sabes.

Luego empiezas a ganar pasta, te vas de casa, te juntas, te separas, te compras un carro, te cambias de curro para ganar más, te juntas de nuevo, te separas o no, tienes un churumbel (estas tres últimas cosas no tienen por qué seguir este orden) y piensas, "coño, tendría que ir decidiendo qué voy a ser de mayor". Don´t worry, sólo piensas eso un minuto al año y se olvida pronto.

Yo tengo 30 y tantos y ando más o menos por el párrafo anterior. Este fin de semana gasté el minuto anual en el que preguntarme qué voy a hacer de mayor y he pensado que antes de que se me olvide podría ponerlo en el blog. Mira tú que si ya fuese mayor y no me hubiera dado cuenta ...
Ventajismos

la caza del zorro es un deporte que, por mi propia naturaleza de raposo segoviano, no me hace ninguna gracia. La desigualdad es tan grande que repugna. No hay en los anales un solo caso en el que el zorro matase al caballero. Y total, si a pesar de jugar sucio al menos se comieran el bicho, pero no, no lo hacen. El animalillo acaba destrozado por la jauría para ¿disfrute? de los caballistas.

Normalmente las costumbres de otros lugares me merecen admiración o extrañeza, alguna vez incluso indiferencia, pero con algunas como la masacre del zorro no puedo. En éstas estaba pensando el otro día cuando me di cuenta que llevo varias semanas asistiendo a la caza del zorro también aquí en nuestra querida España. Claro que aquí el zorro no tiene larga cola aunque sí luenga barba. "Vulpes vulpes rajoi", parece ser el nombre de esta especie zorruna acorralada por la aristocracia cazadora. Tampoco en esta montería parecen tener intención de comerse la pieza, pero sí, desde luego, la de descuartizar el cadáver.
Lo lleva crudo el zorro, pues pocos de sus congéneres han conseguido escapar de una persecución con perros. El único escondite posible, en una madriguera profunda, no le sirve de nada pues quizá le tapen las salidas y se vea confinado allí por la eternidad como el ínclito Edmundo Dantés. Quizá le fuera mejor si se convirtiese en lobo por unos días y movilizase a su manada en plan macho alfa. Así demostraría que no hacen falta veinte años de confinamiento para transformar un Edmundo en un Conde de Montecristo, y que no son perros, sino hienas ventajistas y asustadizas quienes hoy le muerden las pantorrillas.
Tantos abrazos construidos alrededor de tu cuerpo, hacen fila hoy, se amontonan, pretenden recuperarse, repetirse, al menos, en la realidad de mi mente. Tantos poemas / pretextos, abanicándose en el aire que me respira, en la luz que me traspasa. Tanto creer en la reinvención de la carne y en la construcción de las alas. Tanto romperse las rodillas, lanzar la primera piedra y esconder ambas manos. Tanta urgencia del tacto y tanto anhelo. Tantas líneas quebrando papeles y tantas noches. Tantas palabras disfrazando de animales las promesas. Tanto quejido de placer y tantas flores. Tantos hormigueros de caricia girándonos la piel. Tantos abrazos desboronándose alrededor del recuerdo, hacen fila hoy, se amontonan. Desaparecen.

una canción

i was just passing by. he stood right in front of me and looked straight at the floor.
his eyes i didn´t see. his hair, nevertheless, spoke some.
it said he missed me.
i answered with my silence and the music. a little bit of dancing.
from a distance we watched each other, took care of one another.
just like the old days. when we were younger and sweeter. healthier. brighter.
very much simpler.

Miradas

El hombre de la sonrisa breve pero marfileña muerde el cigarro usando apenas un centímetro de la comisura de sus labios. Siempre escucha en silencio. pero, sin saber por qué, los que debaten suelen buscar en su viva mirada algún tipo de aceptación aún apenas imperceptible.

El hombre de la sonrisa breve nunca asiente ni condena, pero todos saben encontrar un brillo u otro en su mirada, un sí o un no, un quizá o un tal vez. El pueblo confía en su juicio y en su enigmática mueca. Dicen los que le conocen desde siempre que apenas recuerdan el sonido de su voz, sin embargo, todos en el pueblo jurarían que el hombre de la sonrisa breve nunca pasa de largo sin saludar.

Una vez vi a uno de mis amigos sentado a su lado, a media tarde. Al atardecer seguía allí, haciendo aspavientos con las manos. Les vi de lejos y no pude oír nada de lo que allí se cocía, por lo que más tarde, en la taberna, pregunté a mi amigo qué había sucedido. Por lo visto éste había intentado pedir consejo a aquél y le había disgustado la respuesta. Lo extraño era que mi amigo no podíar repetir con precisión absolutamente nada de lo que, según él, aquel hombre había argumentado durante varias horas. Mientras meditaba sobre ello, vi de reojo al hombre de la sonrisa breve pero marfileña contemplándonos y pude adivinar que había sucedido. Ya me extrañaba a mí que mi amigo recordara el sonido de una voz que sin duda nunca había oído.