balcón

se me cumplió el deseo del balcón.

y ahora ¿vas a subir a buscarme?
¿Quién representa ahora a Jesús en la tierra?

tan sólo tenemos datos de un par de años de la vida de Jesús, pero se le han atribuido tantos dogmas, que parecería que aquel nazareno vivió cien vidas rodeado de escribas y glosadores. Lejos de esa hipótesis, fueron las bocas de los sucesores de San Pedro y de infinidad de teólogos oficiales las que forjaron una religión basada en el poder y el boato. El truco: atribuir las normas a la "iluminación de Dios", vil embuste para consumo de las mentes simples.


Históricamente, el idilio de la Iglesia con el poder comenzó con la conversión de Constantino al cristianismo . Hoy, 1.700 años después ni el más fuerte disolvente sería capaz de separar ambos conceptos. Por poner un ejemplo hemos visto a obispos y papas riendo las gracias a Mussolini, a Pinochet, a Franco, a Videla, pero a muy pocos adalides del ecumenismo y la misión por los pobres.

En el siglo XX los valores más identificados con Jesús, y abandonados durante siglos, como la caridad o la solidaridad, … ya no son patrimonio de la Iglesia. Surgen con fuerza sin embargo, movimientos cristianos laterales cuyo objetivo último son aquellos valores y a los que la curia se opone frontalmente. ¿Temen la herejía, o acaso la pérdida de su poder?
Ellas

No entiendo mucho de mujeres pero no concibo mi vida sin ellas. Me encanta disfrutar de su compañía, Las observo, las escucho, en ocasiones las consuelo, y desde luego las adoro, pero lo que es entender, entenderlas … nones. Eso sí, de hombres sé un montón. Casi siempre puedo prever el siguiente paso de un tío, algo que me resulta casi imposible respecto a una mujer.

Y no me extraña, la verdad, pues estas criaturas adorables continuamente dicen que la vida es muy complicada y que las relaciones entre hombres y mujeres son más complicadas aún. Mientras se quejan de ello, nos miran con cara de extrañeza y nos reprenden por ser tan simples.

Probablemente tienen razón, sí, nos pasamos de intrascendentes. La conclusión más profunda que surge de una conversación de hombres sobre alguna mujer es “olvídalo, las tías son así, ¿otra copa?”. Y digo la conclusión más profunda, porque si hablamos de la más habitual es algo como “pero resumiendo ... ¿te la tiraste o no?”.

Definitivo, tiene mérito ser mujer y no morir en el intento. Yo me hubiera vuelto “loca” hace tiempo si no tuviera este magnífico "cortafuegos" masculino de la simplicidad que me garantiza no dar muchas vueltas a las cosas. Pobrecitas Maitena y sus congéneres. Debe ser frustrante explicarle a un ser estúpido con las preocupaciones de una ameba lo jodida que es la vida.

un monstruo

Viví en una cueva con un monstruo verdadero. Sucede que con los monstruos nunca sabes qué tan monstruo puede ser, hasta que llega el día en que te enteras. Y decides irte.

De un monstruo verdadero no se huye tan fácilmente. Hay que hacer planes. Silenciosos. Tramar huidas secretas, llamar a los amigos, pedir ayuda, esperar por ella, siempre con una sonrisa porque a los monstruos no les gusta saber que no los quieres. Detestan la idea de pensar que los dejarás solos, sin nadie con quien ser terrible. Sin presa, solos con su espejo, los monstruos se vuelven locos.

Yo no sabía lo que ahora sé y le dije a mi monstruo que me iba, que lo dejaba. Pero hablé con demasiada anticipación. Pretendí vivir con el monstruo en mi pedazo de paz conquistada con esfuerzo de puertas cerradas. Con movimientos calculados de entradas y salidas elaboradas. Evadir al monstruo hasta que llegara el gran día de la libertad. Y me equivoqué. Porque fue entonces que empezó mi pequeña gran pesadilla con este ser retorcido en esta cueva oscura en medio de la ciudad del cielo azul.

Desquicio, confusión, manipulación, reclamos, incluso llantos, son sus armas. ¿Alguna vez viste a un monstruo llorar? El gran peligro de estos seres no es que te asusten, o que pretendan hacerte daño con algo. El verdadero peligro es que intentan volverte monstruo también. Yo casi fui el segundo monstruo en esa cueva. El monstruo gris, de la tristeza, del fastidio, del hartazgo. En esa cueva sin luz, estuve por desaparecer.

Desde mi nuevo rincón soleado hablo ahora de este monstruo con flequillo.
Y será la última vez que sea mencionado.
No está bueno hablar mucho de monstruos. Es mejor olvidarlos. Y eso haré. Dejarlo en sus tierras lejanas, esperando que se mantenga ahí, sin acordarse de mí.
Las piedras que se doblan
justo
en mitad de tus ojos
me advierten
que el fuego
y la arena
pueden hablar
sin necesidad
de que inventemos
silencios y palabras
porque
desde hoy
nosotros
dejaremos lluvia
detrás de cada paso.