Parecía que terminábamos bien 2006, pero abrir el periódico es deprimirse. Nos espera otro año de construir lo que otros se obstinan en derribar. ETA, violencia en los hogares, Iraq, Somalia, ... ¿Cómo es posible que unos pocos nos jodan la vida a tantos otros?
Paso atrás

vuelven a la radio los sonidos del pasado,los que nos despertaron muchas mañanas. Sirenas, carreras, gritos y llantos. Locutores nerviosos, voces quedas, indignación. Parece que ETA ha vuelto a poner las bombas sobre la mesa y NO hay negociación con quien no quiere hablar.

Lástima de oportunidad perdida. ¿Habrá otras? Quizá, pero no ahora, así que toca guardar las carpetas y dejar actuar a las fuerzas de seguridad. Señor Rubalcaba, tener talante también es saber decir BASTA YA.
La Iglesia Católica

Nunca hasta la elección de Joseph Ratzinger como sumo pontífice de la Iglesia Católica había advertido la por otra parte obvia humanidad de un Papa. Horas antes de que finalizase el sínodo, el que hubiere de ser Benedicto XVI era presentado por la prensa especializada como un político, como un maestro de la teología o como un inquisidor en su papel de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. No leí una sola línea que me hiciese pensar que era una persona superior a los demás hombres.

Todo cambió cuando vimos la fumata blanca elevarse sobre la plaza de San Pedro. La batalla interna se acabó y todos los obispos, progresistas o moderados, ecumenistas o romanos, se arrodillaron ante su nuevo Papa. En tan sólo unos segundos, las polémicas opiniones personales del hombre, tornaron en dogma. Este hecho, más que ningún otro, me parece el exponente máximo del anquilosamiento del catolicismo.

Durante el siglo XX la democracia se ha impuesto como el sistema de gobierno que mejor casa con la protección de los Derechos Humanos. Así, mientras el Estado sí se ha adaptado a los tiempos, en la Iglesia perdura un sistema de gobierno absolutista. Y es en los últimos cuatrocientos años, sólo un papa ha tratado de adaptar la Iglesia a los tiempos. Ese hombre fue Angelo Giuseppe Roncalli, elegido en 1958 con el nombre de Juan XXIII.

Juan XXIII sólo tuvo cinco años de pontificado, pero dejó una huella indeleble en la Iglesia. Su gran obra, el Concilio Vaticano II trató de sacar a la Iglesia de las tinieblas de Trento. Aunque su versión final fue bastante descafeinada, los años de discusiones sirvieron para que la Iglesia realizase un auto análisis que hasta entonces se había obviado por innecesario.

El legado de este hombre fue, por desgracia, poco desarrollada. Su apuesta por el ecumenismo (diálogo interreligioso encaminado a la unidad de todas las religiones cristianas) restaba poder a Roma y fue saboteada. Su apuesta decidida por los pobres, multiplicando la voz de las diócesis del tercer mundo, tampoco tuvo continuidad, quizá por el temor de la Curia a movimientos críticos como la "Teología de la Liberación" o por motivos más mundanos, como que en ocasiones detener las hambrunas implica programas severos de control de la natalidad.

Hoy Benedicto XVI, el teólogo, no el inquisidor, tiene una gran oportunidad para continuar con el trabajo que Pablo VI y Juan Pablo II dejaron de lado. Sus recientes movimientos para estrechar lazos con el Islam y con la Iglesia Ortodoxa permiten albergar esperanzas. Respecto a la relación entre la Iglesia y la sociedad soy más pesimista. La ruptura es casi total y cada vez más somos los que apostamos por una vida al margen de las inquietudes religiosas.

Una Iglesia que minusvalora a la mujer, que condena el uso del preservativo, o que olvida a los pobres no tiene cabida en el siglo XXI. El uso de fábulas y tergiversaciones para adaptar las Escrituras a los manejos de la jerarquía es poco efectivo en una sociedad con acceso a la información. Sólo un mensaje puro y sencillo, basado en el respeto de los valores humanos, sin disfraces y aderezos, calaría en la sociedad. Yo mismo, desde fuera de la Iglesia, puedo reconocer ese mensaje en la vida de Jesús, pero por mucho que me esfuerzo no veo ni rastro de él en esta Iglesia.




... esta señora de la derecha es Eliza Manningham, y dirige los servicios secretos británicos, el famoso MI5 . ¿No es casualidad que su apellido empiece por EME?
Mirando bien, incluso se parece a la jefa de Bond.

Otra vez Nochebuena

Ayer pasé la tarde comprando regalos. La verdad es que disfruté y todo. Me refiero a que disfruté comprando, claro, no esquivando individuos en un centro comercial lleno de gente estresada y con prisa. ¿Cómo se puede estar estresado un viernes tarde? debe ser por la proximidad de la Nochebuena y la necesidad de completar el cupo de regalos. No encontrar lo que te gusta o descubrir que alguno de tus millones de congéneres se haya llevado la última talla que lo que te tanto te ha costado encontrar, debe estresar bastante. Tardar una hora en aparcar ... sí, seguro que estresa. Los cajeros automáticos con cola kilométrica, uff, menos mal que soy de los de crédito, porque los que estaban en la cola llevaban una cara ...

Y entre tanto estrés y adrenalina concentrada andaba yo ayer, paseando tranquilo, sin agobios, y llenando la cestita. Bueno, para llenar la cestita hice trampa. Soy un hombre y resulta que los varones tenemos la extraña habilidad de comprar dos o tres regalos en una misma tienda. Eso facilita mucho las cosas y desestresa. Estuve a punto de decirle el secreto a una madre con tres hijas adolescentes que andaban como despavoridas, pero me dio miedo, no fuera qué ...

Al comprar los regalos me di cuenta que hacía tiempo que no pensaba en los gustos de mis queridos familiares. Quizá por eso me gustó tanto comprar. Espero que les gusten las cosas que hay en la cesta ...

Al fin, incluso me dio tiempo a ir a cenar a casa de mamá y de la abuela. Grande. ¡Qué buen día! sí señor.

Y viendo que se acaba el post pensaréis ¿y qué tiene todo esto que ver con el bicho siniestro de la izquierda? Pues nada, que entre tanto regalo de x€ quería mandaros a todos algo que no cuesta pero que no siempre damos. Una enorme sonrisa.