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Los trasplantados de riñón y páncreas del Valme, derivados a Málaga o Córdoba

SEVILLA / SANIDAD

M.D.ALVARADO / SEVILLA
Día 26/08/2014
El PP pide un protocolo para que puedan ser tratados en Sevilla

La diputada autonómica por Sevilla, Carolina González Vigo, ha denunciado hoy que los trasplantados de riñón y páncreas adscritos a la zona de gestión sanitaria sur cuyo hospital de referencia es Valme son derivados a los hospitales de Málaga y Córdoba cuando tienen que ser tratados de alguna dolencia derivada de su intervención.

González Vigo recuerda que en Sevilla existen tres hospitales universitarios, Virgen del Rocío, Macarena y Valme, y aunque los dos primeros son de nivel 1 y tienen todas las especialidades, el de Valme, un nivel 2, no tiene servicio de Nefrología. Eso hace que los pacientes trasplantados de páncreas y riñón cuyo hospital de referencia es Valme estén en situación desfavorecida respecto al resto de pacientes a los que los corresponde los otros dos hospitales, ya que ellos cuando tienen algún problema de salud que puede ser derivado de su trasplante son desviados no hacia los dos hospitales sevillanos sino a los de Málaga o Córdoba.

Ante esta situación el PP va a presentar una proposición no de Ley al Parlamento para que el Gobierno andaluz establezca un protocolo que permita que estos pacientes puedan ser tratados en los hospitales sevillanos y no tengan que trasladarse hasta Málaga o Córdoba en algunos casos sólo para hacerse una analítica.

La hazaña mundial de Chapo Bortagaray, un médico nacido en Corrientes y radicado en el Chaco

Por: Eduardo López
Lunes 18 de Agosto

Hoy se cumplen 46 años del día en que en 1968 el médico correntino afincado en el Chaco Mario Chapo Bortagaray realizó en la clínica Bazterrica de Buenos Aires, el primer trasplante de páncreas en el país y el tercero en el mundo. Logró así plasmar un objetivo preparado con años de investigaciones y experimentaciones en animales. Se trató de un recurso quirúrgico para el tratamiento de la diabetes. El equipo estuvo integrado por los cirujanos Jorge Luis Viaggio, Juan B. Justo; los endocrinólogos Bernardo Nusimovich y Enrique Casi.
Mario Gustavo Chapo Bortagaray, investigador incansable que llevó la medicina chaqueña a los más altos niveles de reconocimiento argentino y mundial.
Fue la culminación de varios años de investigación y experimentación. Los estudios previos le demandaron varios meses de trabajos, entre ellos investigaciones de laboratorio, la evaluación del paciente receptor, análisis, búsqueda del donante, preparación de la infraestructura apropiada, equipo de profesionales altamente capacitados en endocrinología, cirugía, y laboratorio entre otras especialidades a los que dirigía personalmente.

Algunos trabajos previos se realizaron en la Clínica Modelo de Lanús, donde había realizado un trasplante de páncreas en un perro y, posteriormente, integró el equipo quirúrgico y experimental de esa Clínica. Durante ese tiempo, trabajó con profesionales de distintas especialidades y auxiliares de experiencia.

El enfermo receptor fue Teodoro Paniagua, un bombero voluntario de 51 años. El trasplante fue un éxito y el enfermo logró vivir un tiempo sin insulina y mejoraron las complicaciones severas que padecía hasta que el órgano fue rechazado.
Reconocimiento mundial

La noticia del trasplante que conmoviera a la opinión pública fue comunicada al Instituto Merieux de Lyon, en Francia, a donde se solicitó suero antilofoncítico para la prevención de los fenómenos de rechazo del injerto. La otra comunicación, que llevaría a la Argentina al reconocimiento mundial, fue a los Estados Unidos para que la intervención fuera inscripta en el Registro Internacional de Trasplante de Páncreas.

La prensa dio amplia cobertura a este logro de la ciencia y lo calificaron como “aporte quirúrgico argentino al tratamiento de la diabetes”, “operación única en el mundo”, “hazaña” o “la Argentina en la avanzada de las investigaciones sobre la diabetes”.

Otra derivación de relevancia fue que el director de ese registro, David E. R. Sutherland, recomendó al equipo de Bortagaray como consultor en el tema de la diabetes, ofreciéndole más adelante, la posibilidad de continuar su carrera de investigador en los Estados Unidos, lo que Chapo declinó varias veces. La experiencia fue celebrada por distintos profesionales y la sociedad en general. Sin embargo, en otros colegas provocó fuertes polémicas, pero ello no fue obstáculo para continuar el trabajo.

Falleció en 1996

El 6 de junio de 1996, a los 84 años, falleció en Resistencia el médico Mario Gustavo Chapo Bortagaray. Fue un investigador incansable y llevó la medicina chaqueña a los más altos niveles de reconocimiento argentino y mundial. Nacido en Mercedes, Corrientes en 1909 se radicó en el Chaco. Fue docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Noreste y tuvo destacada actuación en el Hospital Regional Julio C. Perrando. Concurrió a centros especializados de los Estados Unidos, Europa y Senegal para perfeccionar las técnicas quirúrgicas. La Municipalidad de Resistencia lo declaró vecino ilustre de la ciudad. El Laboratorio de Ciencias de la Escuela 880 del Barrio Santa Inés lleva su nombre. La escritora e historiadora Ángeles de Dios de Martina investigó su vida y publicó su biografía “Mario Chapo Borgaray, un visionario de la Medicina”.
Primer trasplante renal en Chaco

Treinta y nueve años después, otro 18 de agosto, pero de 2007, la Unidad de Trasplante Renal del Hospital Julio C. Perrando realizó el primer trasplante de riñón en un paciente chaqueño. La Unidad había quedado habilitada el 16 de junio de 2007. Su jefe fue el doctor Fabián López con la participación de sus colegas Silvina Grillo, Mónica Gómez, Juan Issolio, Guillermo Benítez y Fabián Vallejos. El 22 de mayo de 2008 la Unidad, en su décima segunda operación de trasplante renal, llevó a cabo por primera vez un re-trasplante. Se lo practicó a un paciente de 54 años, de General San Martín, que había sido trasplantado once años atrás con un riñón donado por su esposa y que debió reingresar a diálisis por un rechazo crónico.




Publicado en http://www.diarionorte.com/article/110273/la-hazana-mundial-de-chapo-bortagaray-un-medico-nacido-en-corrientes-y-radicado-en-el-chaco

La crónica friki de un ingreso cojonudo por rechazo renal

VIERNES, 11 DE JULIO DE 2014

La crónica friki de un ingreso cojonudo por rechazo renal.


He entrado al facebook, y he leído que algunos amigos me han preguntado qué tal me fue el ingreso por el que pasado estos últimos días. ¡Madre del Amor Hermoso!

Llegué a consulta de Nefro el viernes pasado, después de ir a la de Endocrinología en el Hospital Civil, tal y como estaba programado desde hacía tiempo. En Málaga tenemos el Hospital Regional Universitario Carlos Haya, que es un cóctel de por lo menos tres hospitales, que están distribuidos en distintos puntos de Málaga capital como cuetan los que saben.


Imagen: Profesionales que trabajan en la unidad de diabetes del servicio de endocrinología del Hospital Regional Carlos Haya. ::SUR

Estuve en Endo. Todo bien. Hasta vi a la Dra. Soledad Ruíz de Adana, que para mí es mi estrella. Se marchaba porque se iba de vacaciones dejando a un equipo extraordinario a cargo. Y como decía, al llegar a Nefro, y pasar mi papel de cita a la administrativa, apareció al poco tiempo mi médica, que como es bien alta, tiene una voz de bajo que retumba; y delante de todos soltó mi nombre, con cara de mala leche; tras eso, un "tenemos que hablar". Ufff, aquello me olió a chamusquina, porque es lo que dicen las novias a los novios cuando quieren bronca. 

Me levanté de un salto de la silla ésa de hierro (o de otro metal, o qué sé yo) que han puesto en la sala de espera, que más bien serviría de "romperriñones" en una sala de tortura de Juego de Tronos; y cuando estuve frente a ella, y delante de todos, que se habían quedado "pasmaos", expectantes, me escupió un "llevamos esperánlola desde las nueve de la mañana, con una cama reservada para biopsiarle el riñón".

Mal empezamos, pensé. ¡Mecachis! Encima tengo ese defecto, que cuando me tortean no pongo la otra mejilla. Así que me salió de dentro responderle en su mismo idioma con un "de momento no tengo telepatía, y si no me avisan, no sé a qué hora he de acudir a mis citas". Y ahí empezó la discusión más estúpida que jamás he vivido dentro de un centro sanitario.

Que si su jefe -con el que tuve que hablar días atrás rogándole una solución a lo de la biopsia por rechazo, y pedirle que "si estaban tan hartos de mí" yo misma solicitaría acogerme a mi derecho de Libre Elección de Especialista y Centro, y pedir que me atendieran en Sevilla, y así no se iban a sentir nunca más jodidos jorobados por mi menda; y él, el jefe, al que encima aprecio porque me ha demostrado en otras ocasiones que es un hombre que se preocupa por sus pacientes, venga conque "no, que no, que aquí es donde estamos habituados a tratar a pacientes como usted" (cuando dijo "como usted", imagino que se refería a mi condición de doble trasplantada de páncreas y de riñón, y no a mi calidad de protestona)-, su jefe, como decía, me había dicho según ella lo de las nueve. Que tenía que estar allí a las nueve. Y yo que no, que lo que él me dijo es que fuera a mi cita como siempre, y luego ya me ingresaban,... y todo esto con público delante. Que digo yo que de qué sirve lo de la intimidad, o privacidad del paciente, y esas cosas tan bonitas que se publican, que al parecer se cumplen solo en las mentes felices de los "fumaos" de maría.

Lo que pasó después dentro de la consulta fue más un tercer grado, sometiéndome a presión, buscando tal vez que me derrumbara y le pidiera perdón, cosa que no sé si haré algún día, cuando vea la luz; Ella, negando todo lo que yo le recordé que dijo el mes anterior (en la cita del 23 de mayo del 2014) cuando me diagnosticó el rechazo, repetía una eterna letanía, "qué fuerte, qué fuerte" entre dientes, negando todas mis palabras. Los cojones.



Imagen: ATENCIÓN MÉDICOS DE ESPAÑA: VAMOS A CABREARNOS

En mayo, y con voz dulce de caramelo, casi en un susurro, dijo que tenía los anticuerpos al 95%, y que aquello era rechazo. Que me tendrían que biopsiar el riñón. Que esa misma tarde no me tomara el Sintrón, y me pinchara heparina. Cuando le pregunté quién me prescribiría la heparina (que ahora resulta que cuesta carilla, aproximdamente 130 € la caja, según me han ido informando en distintas farmacias), ¡zas! ¡fin de las prisas! "Bueno, eso ya en Sevilla".

Y sí, es verdad lo que ella recordó, que le dije que vale, en Sevilla, porque aquel día era viernes, veintitrés de mayo, como ya recalqué; y el lunes siguiente tenía mi cita sintronera. Ahí es donde te miden el INR, y si tienes que pasar a otro potingue, ellos, los hematólogos, (o en mi caso, el enfermero que lleva la consulta de los anticoagulados, que acabó enviándome a Valme, porque... en fin...) deciden qué cantidades, y qué mandarte que tomes, o te pinches, y lo hacen sin que llore ningún gestor.

En ese momento, en lugar de empezar a investigar cuánto cuesta la heparina, y poner en tela de juicio lo que estaba oyendo, en lugar de sospechar las razones por las que se acabaron las prisas, preferí obedecer. Sí. Obedecer como borrega. O como paciente que prefiere confiar en su especialista.

Obedecí hasta que salí del hospital, y empecé a rumiar toda aquella mierda incongruencia; Entonces empecé a llamar a los responsables españoles de nosotros, los trasplantados de páncreas, porque sigo sin entender por qué no se nos trata a todos igual, por qué hay que cargarle a la zona sanitaria donde vivo los gastos de mis medicamentos, si -¡coño!- la factura final la paga el Estado, no una comunidad Autónoma, no una provincia, ni un hospital determinado, y no otro. Sale de las arcas que se llenan con los impuestos de todos: de vosotros, de nosotros...

Resultado: ingreso desde el viernes hasta el lunes. Luego dirán que una cama ocupada cuesta un potosí. Mientras dicutíamos "usted me dijo", "qué fuerte, qué fuerte, yo no le dije", me espetó un "¿dónde está tu marido", como si para ser enfermos tuviéramos que llevar acompañante por obligación, un acompañante que le sirviera de testigo a ella, claro. Le respondí "trabajando", ya llena de rabia; y en cuanto comentó que haría falta un testigo, acostumbrada como está a que no lleve más testigo que mis bragas, le pregunté

- ¿Quiere un testigo?

Me levanté, pasé por la oficina de las administrativas, salí a la sala de espera, y desde la puerta, y en voz bien alta, porque allí todos estaban con las orejas bien tiesas, atentos a lo que pasaba dentro, me dirigí a mi hermana* con un "entra, que quiere un testigo". Y ya dentro, como digo y reconozco, cabreada, y en plan sarcástico, le solicité entonces que trajera ella otro testigo, uno médico. No sé cuál de las dos seguía más al pie de la letra eso de "No quieres caldo; pues toma tres tazas".

Al grano: en lugar de marchar a mi casa a 250 km de ese hospital, y volver el lunes aunque fuera a las seis de la mañana, delante de los dos increibles testigos comentó que no me dejaba ir porque ¡a saber qué diría nada más salir de la consulta! Vamos, de película, como si los pacientes fuéramos reclusos que al entrar en planta por ingreso se les requisaran móviles, ordenadores, o las prótesis de la pata de palo donde pudiéramos llevar una radio que nos conectase con la CIA... La excusa para dejarme allí cinco días es que así tenía asegurada la cama el lunes, cuando llegasen los equipos de biopsia. Cama, aunque apareciera supermán, el equipo A, o la fuerza de la marabunta.



Imagen

Lo bueno es que han sido cinco días fantásticos, en una habitación de tres camas, con dos compañeras geniales, con las que he compartido chistes, anécdotas, y hasta historias de terror. Más. Con un personal, tanto sanitario como no sanitario, que no puede ser mejor de lo bueno que es, sin malos rollos, sin mala follá, y solo puedo hablar bien de todo lo vivido. Lo que me digan sobre el riñón cuando llegue el informe dentro de tres o cuatro semanas ahora no me importa ni un comino. Ya todo va a ir mejor de como ha ido hasta ahora. Es lo bueno de pringarse en lodo. Tras eso, todo sabe a dulce.

A mis amigos virtuales del Facebook solo les puedo decir gracias por acompañarme en ese sitio. Gracias de corazón. Como a todos los que se acercan al blog. Esto es verídico. La Ciencia ficción habrá que buscarla en las noticias que (y vamos a hablar en plata) bien que se paga en los medios para que salgan rositas rositas rositas.




*Pobre de mi hermana. Para una vez que me acompaña a consulta, se ve obligada a vivir una escena sainete.
Sí, todo esto puede sonar a chulería de un paciente harto; sonar, puede sonar, sí. Pero cuando con testigos se me pedía que entendiera que en consulta los profesionales sufren mucho estrés, tuve que recordar que como paciente que espera no perder su riñón trasplantado también sufro estrés, y que en esto casi soy profesional. No en estresarme, que también, sino en vivir con una enfermedad, y tener como obligación contarlo, que, al fin y al cabo, es hoy mi trabajo. Porque estas historias no deberían repetirse nunca. Ningún otro médico debiera pasar por esto, ni ningún enfermo.


Beatriz González Villegas.



Avanzando en la ceguera, y otras historias de diabéticos.


Avanzando en la ceguera, y otras historias de diabéticos.

Aurora Castillo es de Los Palacios, un pueblo sevillano que en realidad es doble: que si Los Palacios, que si Villafranca.

Aurora los tiene bien puestos. Y, además, sufre retinosis pigmentaria. Oyó que en Barcelona, en la Clínica Barraquer, iban a probar un sistema que traen desde California con personas ciegas, y allá que se fue. De entre todos los que quisieron someterse a este innovador tratamiento de visión artificial ella fue seleccionada.

La retinosis pigmentaria y la retinopatía diabética tienen algunas cosas en común: lo más obvio, que causan ceguera. Además afectan a la retina. La diabetes es hoy la enfermedad que más ciegos ocasiona. Noticias como esta, animan.

Esto de que te metan un chip en el ojo, que según Aurora ni molesta, no cura la ceguera. Pero al menos deja ver siluetas. Para nuestra sevillana es de vital importancia. Tiene un chiquillo de tres años al que nunca vió. Poneros en su pellejo. Se me ponen los pelos de punta.

Cada vez que colgamos en las redes que buscan voluntarios para tal o cual nuevo tratamiento en diabetes es para salir pitando a donde lo solicitan. ¿Y si te cogen?, ¿y si eso supone un cambio radical en tu vida?

Hace ya muchos años salíó en la tele que Bernat Soria estaba trabajando con personas como nosotros, con diabetes, buscando un mejor tratamiento. Se trataba de implantarnos células productoras de insulina, las que llaman células beta, con el objeto de dejar de ser insulinodependientes. Recuerdo, como si fuera ahora mismo, como me fui a mi marido y con las manos entrelazadas le dije

-Porfi, porfi, porfi, vámonos a Valencia, vámonos a Valencia...

No coló, claro. Me quedé en El Puerto de Santa María, donde vivíamos, con esa espinita clavada. Las hipoglucemias severas que sufría semanalmente eran de campeonato, y tenía claro que si no acudía a algo diferente la iba a espichar pronto.

Hay que ser Auroras. Aunque solo sea por estar un poquito mejor.

En uno de los cursos a los que acudí en El Madroño, el pueblo más chiquitito de Sevilla, uno de los especialistas hizo un comentario sobre una discusión que había tenido con una compañera pediatra. Ella estaba en contra de facilitar, tal y como se hace hoy, la superviviencia de los niños prematuros. Al parecer, muchos de estos niños, si sobreviven, acaban padeciendo problemas severos de madurez psíquica. Hablando en el lenguaje de los que administran: salen demasiado caros, porque son susceptibles de precisar recursos sociales y económicos toda su vida. Y no pude menos que saltar.

Si la ciencia y la teconología sanitaria nos ofrecen la posibilidad de arriesgarnos, y tomar la opción más dura, la de sobrevivir a pesar de todo, puede irnos bien, o puede acabar como el culo. Ellos nos ofrecen una posibilidad, como la de ver o no ver. Si optamos con ellos por el riesgo, y es mi opinión, que no nos vengan luego con el "lo sentimos, pero es que salís tela de caros".

En una conferencia a la que asistí, sobre trasplantes, impartida por uno de los cirujanos del Hospital Reina Sofía, nos contaba este señor que la gran diferencia entre su centro y otros es que ellos daban opciones: era el paciente el que decidía si arriesgar más o menos. Y ellos se hacían responsables también. Esa diferencia es vital. ¿De qué me sirve un hospital que es famoso por trasplantar a los que en otros sitios se lo prohiben por no estar "niquelaos", si cuando empiezan los problemas y los pacientes precisan más cuidados les dan la espalda?

Hace seis años me llamaron desde Málaga. Era mi tercera alerta de trasplante. España jugaba la Final de la Copa de Europa contra Alemania. España ganó mientras me dializaban preparándome para la intervención.

Hace un mes y pico (el día 23 de mayo) estuve en consulta. Tocaba revisión. Mi doctora me dijo con voz dulce que tenía los anticuerpos no sé qué al 95%. Rechazo. Que esa tarde no me tomara el sintrón. Tenían que biopsiarme el riñón. Pero, al preguntarle quién me recetaba la heparina, todo cambió. Eso, en Sevilla. Ya, el lunes. Se acabaron las prisas. Que no había camas. Que me llamarían por teléfono en cuanto tuvieran una libre. Sé que no me van a llamar. Y todo porque vivo en la provincia del buque insignia de la sanidad andaluza.

No es que a mí me trasplantasen estando peor que otros, no. Es que mi trasplante fue de pena. Me perforaron el pulmón "sin querer", hemorragia interna que no se sabía de dónde, infección, rechazo... la pera, vamos. Aún así sigo vivita y coleando, y dándole a la sinhueso. Lo único que me queda es contar. Porque este tipo de historias no se deberían repetir nunca. Y porque cuento, conmigo no corren riesgos.

Y no voy a hablar de cómo otros pacientes regalando cuadros a diestro y siniestro consiguen que se les atienda como dios, no, eso no toca hoy, porque hasta el mismo director está hasta los cataplines de esas historias. Toca hablar de Aurora. Sí, seamos Aurora, pero exijamos también poder amanecer un día más.





Beatriz González cabreada.



Imagen

Un hígado, un páncreas y un riñón por diabetes


Que te digan que necesitas un riñón, te pone los pelos de punta. Que te suelten que por ser diabético precisas de paso un páncreas, porque si no el riñón te durará menos que un caramelo en la puerta de un colegio, te hace sudar. Pero hay más. A Claudio Juárez le han trasplantado además un hígado.

Luego dirán los que gobiernan en cada país que no hay que gastar en educación diabetológica, no. Pues como no gasten cuando estemos sanos, no llegaremos a viejos por un lado, y los que gobiernen en el futuro o se rascan los bolsillos, o nos van a tener que matar cortándonos a pedacitos sin más, aplicando la tanatoterapia más cruel que podamos imaginar.

Pero a lo que iba: temblandito estarían Claudio y su familia cuando entró en quirófano. Diez horas se pasó dentro. No es tanto, teniendo en cuenta que el doble trasplante, el de páncreas y riñón, lleva una media de 9 horas.

No sabemos cómo seguirá hoy Claudio. Esperamos que bien. Del Hospital Privado de la ciudad de Córdoba, Argentina, hablan bien los que salieron vivos. Siempre nos queda la esperanza, como les quedaba Paris a Rick y a Ilsa. Tiriri tirirí... Tócala, Sam; pero que nos dejen de tocar las narices por tener diabetes.






Beatriz González Villegas.









Dramático final en la historia del doble trasplante

CASO RAÚL BAREA
  • Dramático final en la historia del doble trasplante
  • Al muchacho de la Villa del Carril que misteriosamente se le cayó un doble trasplante, le apareció un donante compatible y recibió los órganos. Pero los riñones no le responden y su salud corre peligro. 
Por Gustavo Martínez Puga


SÁBADO, 31 DE MAYO DE 2014


La vida le sigue dando señales encontradas a Raúl Barea. Por un lado, tuvo la buena fortuna de que en 18 días le apareciera de nuevo un donante compatible para recibir un doble trasplante, de riñones y de páncreas. Pero, por otro lado, su futuro con los nuevos órganos es aún incierto, ya que su organismo no acepta los riñones.
Raúl pasó cinco días en terapia intensiva del Hospital Privado de Córdoba. El viernes lo trasladaron a una sala común, en la habitación 202 del segundo piso del nosocomio, pero su salud sigue complicada.
La historia de Raúl, un humilde metalúrgico de 38 años, se conoció el 6 mayo de mayo último. Fue cuando le avisaron que le había salido un donante compatible en Mendoza, que se tenía que dializar y viajar para ser trasplantado en Córdoba.
Pero esa noche pasó algo que aún no está claro: desde la empresa ECCO, contratada por el Hospital Privado de Córdoba para trasladar al equipo de médicos y los órganos, llamaron a Incluir Salud Programa Federal (ex PROFE) pidiendo “una autorización inexistente”, según las autoridades sanjuaninas de ese programa nacional de salud que administra la provincia.
Como no atendió nadie el teléfono, el doble trasplante para Barea se cayó, al igual que las esperanzas del muchacho de mejorar su calidad de vida: se dializa desde hace tres años y medio y es diabético desde los 19.
Las explicaciones fueron confusas y aún no están claras de por qué se cayó ese doble trasplante. Una fuerte versión indicaba que, tal vez, fue porque priorizaron a un paciente con pre paga, una obra social más rentable y de mayor incidencia.
De todas maneras, 18 días después de que Raúl se perdiera esa posibilidad, le apareció otro donante compatible. Eso es algo poco común, ya que hay pacientes que se dializan y llevan años en espera de un donante compatible.
Eso fue el sábado último, en horas del mediodía. Raúl viajó a Córdoba y en las primeras horas de la madrugada del domingo ya lo estaban operando. Hasta ese momento todo iba sobre rieles. Pero luego se complicó: debió quedar en terapia intensiva porque su organismo no aceptaba los nuevos riñones.
“Los médicos tienen esperanzas de que eso cambie. Ahora lo están dializando para ver si los riñones responden. Dicen los médicos que eso suele pasar durante un tiempo”, comentó Sebastián Atienza Parra (28), un amigo de la infancia que lo acompañó.

Textual
“Los médicos tienen esperanzas de que eso cambie. Ahora lo están dializando para ver si los riñones responden”.
Sebastián, amigo de Barea.

Cifra
19
Son los años que Raúl Barea lleva padeciendo la diabetes.
18
Son los días que pasaron entre el trasplante que se perdió y el que le hicieron ahora.


El acompañante necesita ayuda
Sebastián Atienza Parra (28) es un amigo de la infancia de Raúl Barea, el doble trasplantado. Sebastián está en Córdoba con el dinero que él puso de su bolsillo y con unos 2.000 pesos que Raúl había juntado.
Informó Sebastián Atienza que Incluir Salud Programa Federal no le habían enviado dinero para sus gastos: “Me dijeron que el lunes -2 de junio- me podían llegar a mandar una ayuda, pero que no era obligación de ellos porque no son una obra social”.
Sebastián contó que “desde el domingo -25 de mayo- estoy parando en una pensión y como en los kioscos que están frente al Hospital Privado de Córdoba. Pero ya se me acabó el dinero y lo único que me han dicho es que me van a mandar un cheque desde el PROFE, pero no me llegó nada. No sé qué voy hacer”, contó vía telefónica.
Sebastián y Raúl tenían previsto estar sólo algunos días en Córdoba. Pero como la salud de Raúl Barea se complicó, el dinero que habían logrado juntar para la estadía ya se les terminó y no saben cómo harán para seguir en aquella provincia hasta que la salud de Barea mejore.

Se perdió un doble trasplante porque no atendieron el teléfono

Argentina.
DURÍSIMA HISTORIA DE VIDA
  • Se perdió un doble trasplante porque no atendieron el teléfono
  • Estaba en lista de espera desde diciembre, le avisaron que había aparecido un donante compatible para trasplantarle los riñones y el páncreas, pero no pudieron ubicar a nadie de la obra social PROFE que autorizara el operativo. 
  • Por Gustavo Martínez Puga


SÁBADO, 10 DE MAYO DE 2014

“Ya no sé si en algún momento se me vuelva a dar esa oportunidad. Hay gente que lleva seis o siete años dializándose y no le aparece ningún donante que sea compatible”, cuenta Raúl Barea, un joven de la Villa del Carril que aún no termina de salir del asombro, la bronca y impotencia por lo que le pasó: le salió la posibilidad de recibir un doble trasplante de riñón y de páncreas y se lo perdió porque nadie atendió el teléfono en la obra social Programa Federal Incluir Salud, el ex PROFE.

Escuchar la historia de Raúl, de 38 años, pone los pelos de punta. Y no es una frase hecha, es literal. Él lo resume con una metáfora que estremece: “Es como que me había sacado la lotería de la vida y no la pude cobrar”.

LA MEJOR NOTICIA
El siguiente es el relato cronológico de los hechos, en base a tres fuentes: el mismo paciente, Raúl Barea; la Clínica Los Olivos y el Inaisa, instituciones en las que confirmaron el amargo momento que el joven, de oficio metalúrgico, vivió en la noche del lunes 6 de mayo último.

Todo comenzó alrededor de las diez de la noche. “Me llamaron por teléfono para que fuera a dializarme porque me había salido el operativo. Agarré el bolsito con mis cosas y me fui, porque después tenía que viajar a Mendoza y de ahí me iba en avión a Córdoba junto al médico que había venido de Córdoba para extraer los órganos del donante”, cuenta Raúl, mientras saca de un folio de nylon todos los papeles y fotocopias con los que diariamente va a golpear puertas para recibir asistencia médica y social para mantenerse con vida.

Hasta ese momento, las esperanzas de una mejor calidad de vida iban sobre rieles a buen puerto. Parecía que atrás iba a quedar esa angustia diaria de Raúl y sus padres, quienes viven en casas pegadas, de temer que un bajón de azúcar en la sangre durante la noche no le permitiera vivir más; de tener que dializarse tres veces a la semana como lo hace desde hace tres años y medio, como consecuencia de los daños que le produjo en su organismo el ser diabético desde los 19 años.

Todo ese tiempo padeciendo esa enfermedad derivó en la necesidad de que sea trasplantado. Por eso fue que le hicieron los estudios necesarios y desde diciembre último quedó en lista de espera a nivel nacional. Incluso, en la última semana de abril había viajado a Córdoba y le habían confirmado que estaba apto para ser trasplantado.

LA PEOR NOTICIA
Éste lunes 6 de mayo parecía haber llegado el momento esperado. Pero, de un instante a otro, todo se derrumbó: “Mientras me dializaban, el doctor Graciani –director de la Clínica Los Olivos- llamó varias veces al PROFE y no lo atendió nadie. La doctora Frailer –de la parte administrativa- también llamó y no la atendieron. Me dijeron que llamaron por lo menos a cinco números distintos que tenían. El médico de Córdoba necesitaba que el PROFE lo autorizara a realizar el operativo porque esa es mi obra social. Como no atendió nadie, como a la una de la mañana me comunicaron en la clínica de diálisis que el médico de Córdoba les había dicho que ya no se iba a poder hacer el operativo porque los tiempos no daban, porque los órganos del donante no iban a aguantar entre que los extrajeran, los trasladaran a Córdoba y me los trasplantaran”.

Según precisó una de las fuentes involucradas en el operativo, en realidad la Clínica Los Olivos no tenía la obligación de contactar a la obra social PROFE, sino que lo hace por una cuestión humanitaria, profesional. La única obligación de la clínica es la de preparar al paciente, dializándolo, para que le hagan el trasplante.

El contacto al momento de realizar un operativo de esas características debe realizarse entre el equipo médico que va hacer el trasplante, en este caso era del Hospital Privado de Córdoba, dirigido por el médico cirujano Martín Marachio, y el financiador, en este caso, el PROFE.

Tiempo de San Juan no pudo confirmar si ese equipo médico cordobés intentó o no autorizar ellos directamente el operativo llamando a las autoridades sanjuaninas del PROFE. Ésta obra social tiene convenio con el Hospital Privado de Córdoba para enviar a pacientes que necesiten ser trasplantados, como es el caso de Raúl Barea.

Lo concreto es que a Raúl Barea aún se le nota en la cara la desolación que siente cuando revive ese amargo momento: se había perdido de que le hicieran el doble trasplante, de riñón y de páncreas, porque en el PROFE no atendieron los teléfonos.
“Me dieron ganas de ir y prenderle fuego al PROFE”, dice Raúl, desde el comedor de su casa ubicada en la calle Félix Pineda antes del Lateral Norte de Circunvalación, en Capital. Pero no lo hizo. No recurrió a la violencia para buscar una explicación.

Lo que sí hizo al otro día, el martes, ni bien amaneció, es ir a las oficinas del PROFE en la calle 9 de Julio antes de Entre Ríos a pedir una explicación: “Me atendió un médico, que no sé cómo se llama, y me dijo que a las 8.30 había recibido un mensaje de texto en su teléfono, dándome a entender que había recibido llamadas durante la noche. Después me dijo que no me hiciera problema, que ya me iba a salir otro. Pero eso no es tan fácil, porque uno no es compatible con todos los donantes”, explica Raúl.

Además de médico, de quien no sabe el nombre, Raúl Barea dice que intentó ubicar y llamó varias veces a la persona que le había llevado su caso en el PROFE: “Hay una chica, que es Asistente Social, se llama Cecilia Fiore, y no la pude ubica. Me cansé de llamarle toda la semana y no pude ubicarla”.
De esa manera, desde el PROFE no hubo una explicación oficial a Raúl Barea de qué fue lo que pasó en la noche del lunes, de por qué nadie atendió el teléfono para autorizarle el operativo de trasplante para el que se supone que ya estaba todo listo para el momento en que se diera.

Perdida ya la oportunidad del doble trasplante, a Raúl le preocupó otra cosa: ¿Seguía o no siendo prioridad en el listado nacional para recibir los órganos? “El doctor –Gabriel- Mira me explicó que mi lugar está dado por el nivel de compatibilidad que tenga con el donante, pero que no me haga problema que no he perdido la prioridad”, dice Raúl.

Su deteriorado estado de salud no le permite trabajar y desde cuatro años vive de una pensión por incapacidad. Con esa pensión es que pudo obtener el PROFE, un programa del Ministerio de Salud de la Nación para cubrir las necesidades médicas de los más carenciados.

Nuevamente a la espera de que aparezca un donante para el doble trasplante que necesita, Raúl Barea volvió a su casa de la Villa del Carril, donde recibía de amigos y familiares un llamado de teléfono tras otro para ver cómo le había ido con el trasplante. A todos les respondía lo mismo: “No me lo pudieron hacer. En el PROFE no atendieron el teléfono”.


Imagen: El roto.


Dato
El mes pasado Raúl Barea estaba segundo para ser trasplantado. Y, cuando ya lo habían dializado y estaban por trasladarlo para trasplantarlo, apareció el número uno y perdió la chance.

Textuales
“Con lo que me han hecho, pocas ganas de ir a dializarme tengo”.
“Estuve casi dos años sin usar la obra social y, cuando me hizo falta, no atendieron el teléfono”.
“No voy hacer más lío, voy a dejar todo como está porque tengo miedo”.

CIFRAS
7.600
Es la cantidad de pacientes en lista de espera por un órgano que tiene el INCUCAI en el país.

500
Son los trasplantes que se realizaron en lo que va del 2014 en el país.


La otra cara: el piloto valiente
Claudio Pistone es un experimentado piloto que el miércoles 7 de mayo tuvo una heroica actitud: decidió despegar desde Mendoza y aterrizar en el aeropuerto de Pajas Blancas, Córdoba, a pesar de que le habían informado que la niebla hacía muy peligroso el aterrizaje. Igual partió desde El Plumerillo y aterrizó exitosamente en Córdoba. El motivo: llevaba el corazón que habían extraído a un donante, cuya vida útil en frío es de 6 horas.







Publicado en http://www.tiempodesanjuan.com/notas/2014/5/10/perdio-doble-trasplante-porque-atendieron-telefono-56157.asp

Unas 25 personas están a la espera de trasplante de riñón en el Complejo Hospitalario de Salamanca

El servicio funciona "muy bien" según el nefrólogo José Antonio Menacho
12.03.2014
Félix Rivas | @felixrivas1
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Unas 25 personas están a la espera de un trasplante de riñón en el servicio ubicado en el Complejo Hospitalario de Salamanca, donde se realiza medio centenar de operaciones de este tipo al año.

Según los datos aportados por el nefrólogo José Antonio Menacho, la unidad de Salamanca “funciona muy bien” en los tres tipos de intervenciones que se realizan habitualmente en sus quirófanos.

El 70 por ciento de los pacientes se beneficia del trasplante de cadáveres, y el resto de la operación conjunta de riñón y páncreas y también de donantes vivos. En este último caso, es posible gracias a una modalidad para personas emparentadas que se inició hace dos años.

Respecto a los trasplantes a la vez de riñón y páncreas, principalmente para personas jóvenes, se llevan a cabo desde el año 2000 en Salamanca, que es el único punto de Castilla y León en el que se realizan con una cifra total de beneficiarios que ronda la decena al año.

Por otra parte, unas 120 personas asisten a los procesos de diálisis en Salamanca, que se realizan en los hospitales Universitario y Virgen de la Vega de la capital, y en Béjar y Ciudad Rodrigo en la provincia.


Publicado en http://www.tribunasalamanca.com/noticias/unas-25-personas-estan-a-la-espera-de-trasplante-de-rinon-en-salamanca/1394627599

Exitoso primer doble trasplante riñón-páncreas en Vietnam


Imagen de Vietnam
 04/03/2014

Médicos del Hospital Militar 103 en Hanoi realizaron con éxito este lunes el primer trasplante doble de riñón y páncreas en el país, marcando un significativo avance de la salud nacional.

Según el doctor Hoang Manh An, director del centro, el paciente de 43 años de edad recibió un riñón y el páncreas donado por una persona con muerte cerebral en un accidente de tránsito fatal.

La operación quirúrgica se prolongó 13 horas y contó con la participación de 150 trabajadores sanitarios, especificó la fuente.

Una vez más, dijo Manh An, médicos vietnamitas ratificaron su capacidad de satisfacer los estándares internacionales en complejas operaciones. – VNA



Publicado en
http://es.vietnamplus.vn/Home/Exitoso-primer-doble-trasplante-ri%C3%B1onpancreas-en-Vietnam/20143/29238.vnplus