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¿irás a la huelga general?


¿sí? ¿no? ¿por qué en cualquier caso?



Ex-presidentes

hay ex-presidentes de derechas, de izquierdas y de centro, los hay que tuvieron éxito y los hay que no, también los hay de los que se fueron y de los que les echaron, pero todos ellos tienen una cosa en común: ladran mucho y tienen la boca muy grande

La última de nuestro querido Felipe González, hoy gurú financiero y antes encantador televisivo, tuvo lugar la semana pasada, cuando hablando sobre los políticos (en tercera persona, claro) dijo que deberían guiarse por la siguiente máxima "rectificar es de sabios, y de necios tener que hacerlo a diario".


Es una pena que no se aplicase el cuento durante los años que nos gobernó.


Mal fario

Hoy nos dieron los buenos días el ansiado título del Atleti y el recorte del estado social anunciado por el gobierno. No digo que ambas cosas tengan algo que ver ... pero con el mal fario que tiene el Atleti ...,

Ya sin tanta coña, es triste que las medidas aprobadas hoy vayan directamente contra el poder adquisitivo de la gente. Seguro que es necesario reducir los costes, pero ¿cómo convencernos de que la única manera es bajar sueldos o subir impuestos (que al final es lo mismo), mientras otros gastos se mantienen sin que esté clara su utilidad?

¿Si tan jodidas están las cosas por qué no ... ?
  • se reduce las subvenciones a las diferentes iglesias y asociaciones
  • se suspende el mantenimiento urbano por este año (parques, jardines, pavimentos, elementos urbanos ... )
  • se obliga a las empresas públicas y cajas de ahorros a entregar sus beneficios al Estado
  • se suspende toda actividad propagandística de las entidades estatales: cartelitos, anuncios en los medios, cambio de logos y demás elementos de marketing.
estos cuatro puntos se me acaban de ocurrir, pero seguro que hay más sitios donde rascar, aunque algunos de ellos precisen de modificaciones legislativas:
  • Hoy el gobierno "pide" a las autonomías que reduzcan el gasto. ¿Pide? ¿cómo que pide? ¿o sea, que el gobierno del estado, elegido por TODOS los españoles, no puede forzar a una parte más pequeña del estado a colaborar en un asunto de urgencia nacional? esto hay que modificarlo ya.
  • Cambio en la función pública. Esto no es reducir los sueldos. Al contrario, se trata de que los funcionarios tengan un buen sueldo por realizar un buen trabajo. Si esto se consigue, el volumen de la Administración se reduciría a la vez que subiría la producción.
  • Control exhaustivo de las arcas del estado: subvenciones, recaudación de impuestos, incentivos e indemnizaciones. Si gastamos, hemos de saber en qué.
Y no es que sea yo una lumbrera, que esto se le ocurre a cualquiera. Bueno, a cualquiera que no tenga el cerebro troquelado por intereses de partido.
Ecologismo: ¿lo tienes claro?

yo no, la verdad.

Durante un tiempo pensé que yo era ecologista, al menos los síntomas lo decían: socio de ADENA desde pequeño, incontables árboles plantados, subir montañas como actividad favorita , defensor del transporte público ..., pero a la vez otras de las cosas que hago contrarían esta percepción. A saber, llevo un coche bastante pesado, uso el avión con frecuencia, me gusta más la carne que la lechuga, ...

¿Qué soy pues, ecologista, urbanita, pasota, inconsecuente? A veces, hasta he llegado a tener remordimientos por mi modo de vida insuficientemente "ecológico". No soy capaz de aclarerme, y mientras tanto, la publicidad institucional me machaca con el cambio climático, con la comida ecológica, con el estilo de vida sano.

Con todo, reconozco que el rollo ecologista institucional me marea. Y me cansa. Estoy harto de que los gobiernos nos pidan sacrificios a los ciudadanos para reducir las emisiones, para reciclar con eficiencia, para ahorrar energía ... y que luego se gasten el dinero en gilipolleces. Por ejemplo me indigna que me digan que los paneles solares son deficitarios. ¿Y acaso no provoca déficit el coste de cada "inauguración-autobombo"? ¿y el coste de los monumentos de gusto dudoso? ¿y el de los programas cutres de las cadenas públicas? ¿y el de remediar las cagadas de banqueros sin escrúpulos largamente aplaudidos por los mismos que hoy nos hacen pagar sus desmanes?

Cualquier autónomo sabe que no hay beneficio sin inversión, pero en este país vivimos pendientes del "cortoplacismo" de pequeñas victorias sin mucho esfuerzo. Los gobernantes no se plantean que en un plan de inversión a cincuenta años las energías renovables pueden suponer una fuente de ahorro de costes. Tampoco que potenciar la ingeniería ecológica, la ciencia medio-ambiental y la investigación en cultivos o ganadería sostenible es una apuesta para el futuro. Mientras tanto, nos exigen diligencia para llegar a objetivos loables, pero nimios.

¡Qué país, qué fatiga!
Lo que hay que oír ...



Casting de políticos
cuando tu oficio es "político" te encuentras con el problema de que tu cargo sólo dura unos años. Así que durante ese tiempo, en lugar de dedicarte a hacer bien tu trabajo, has de consumir los meses tejiendo una red de regalías y favores que te aseguren "otro cargo" una vez que acabe el actual. Y así sucesivamente hasta que te jubiles (siempre antes de los 67 por supuesto).

Los políticos, además no suelen ser especialistas en ninguna materia. Incluso entre los que son intelectualmente brillantes, tanto vaivén entre cargos les hace aprendices de mucho y maestros de nada. Un caso excepcionalmente claro es el de Catherine Ashton, la sucesora de Solana como Mr. PESC, una suerte de ministro de asuntos exteriores de la Unión Europea.
Sucedió hace unos meses que, por el tema de las regalías que comenté antes, el nuevo Mr. Pesc había de ser inglés. Por narices y porque Tony Blair había sido rechazado como Presidente del Consejo Europeo. Así que por narices también, los europeos fueron rechazando, uno tras otro, a todos los candidatos ingleses: Miliband, Mandelson y Hoon. Cuando llego Mrs. Ashton, que además de ser mujer es baronesa, los europeos dijeron, bueeeeeeeeno vale y la aceptaron para no disgustar a los británicos.

Tres meses más tarde de esta elección, los 27 se han dado cuenta de que esta señora no tiene la formación suficiente para el cargo, que es bastante antieuropeísta y que la diplomacia es la menor de sus virtudes. ¡Vaya casting!

Y además, es fea, realmente fea. Igual que el payo que derrotó a Blair en la lucha por la presidencia del Consejo, el Sr. Van Rompuy. Cuando vi a los dos elegidos me pregunté si el objetivo era dar miedo a las otras potencias.


Tranquilo majete

hoy he ido a la manifestación convocada por los sindicatos en Madrid en defensa de los derechos de los trabajadores. Cuatro gatos. Había más gente en el Bernabéu el domingo, y eso que durante la marcha no llovía. Ha sido una oportunidad desperdiciada para hacer ver al Gobierno que la gente está preocupada por su futuro.

Es una pena comprobar día a día que la gente no utiliza ya la libertad de expresión política. Durante muchos años no estuvo permitido hablar, y ahora que podemos, sólo rajamos en el bar. No salimos a la calle, muchos ya ni votamos ... en fin, así nos va la vida.

Viendo el percal, espero tener salud suficiente que me permita ahorrar dinerito y asegurar mi vejez antes de los 67 años, porque me faltan un montón de años aún para llegar a esa meta y por el camino seguro que a algún otro político se le ocurre incrementar aún más la cifra hasta los 68, 69, 70 ...

Qué envidia me dan los obispos que son capaces de convocar a millones de personas. Esos sí que saben.

Cosas de la política ...

Vuelve el año y vuelven los diputados a sus escaños. Iba a decir, a trabajar a sus escaños, pero no he podido escribirlo, pues lo que realmente pienso es que van a dormir, a bromear, a patear y abuchear o a hacer los coros a su jefe de filas. Me suelo preguntar si ha cambiado mucho la cosa a lo largo de los siglos, pero una anécdota que descubrí hace poco me lleva a la conclusión de que mientras el humano ha evolucionado mucho en dos milenios, el político no lo ha hecho apenas.

Allá por el siglo I antes de Cristo vivió en Roma una mujer singular, Servilia. Fue hija, madre, hermana y amante de políticos. Debía ser bella, pero lo que hizo que muchos la desearan fue, sobre todo, su poder. El que se llevó el gato al agua fue Julio César, de quien fue amante muchos años. Tanta fue su influencia en este período de la historia que la mitad de las películas o libros sobre la muerte de César la sitúan avisando a su amante del complot para matarle. La otra mitad, sugieren que fue ella la mente que diseñó el crimen.


Servilia, encarnada por Lindsay Duncan en la serie televisiva "Roma"

A lo que iba, a la anécdota: se dice que, durante una importante reunión del Senado para juzgar la conspiración de Catilina, Julio César recibió una nota en su escaño. Mientras la leía fue descubierto por su mayor enemigo en aquél parlamento romano, Catón, quien creyó que la nota tenía algo que ver con la conspiración. Seguro de sí, César afirmó que el mensaje venía de su amante pero Catón no le creyó. Entonces, César le entregó la misiva para ser leída en público. ¡Cuál sería la sorpresa de su oponente cuando leyó una carta de amor cuya remitente era Servilia, su propia hermanastra!.

Lamentablemente, en esta ocasión la vida sí puso "a cada uno en su sitio" tal y como siempre dice mi amigo Jesús, y sólo unos pocos años más tarde el hijo de Servilia y ahijado de Julio César, capitaneó el grupo de asesinos que dio muerte al gran estadista, en las mismas puertas del Senado.

"Donde las dan, las toman", que dicen por estos lares castellanos.
Copenhague y el clima


Estas figuras de hielo esperan y desesperan mientras los líderes mundiales juegan la partida de las emisiones contaminantes.
No tienen mucho tiempo, pero me da que aunque tardasen años en derretirse no verían un acuerdo entre los principales egos del mundo. Más fácil sería que pasase un camello por el ojo de una aguja.

O quizá esperan a que se decida ella. Que sea pronto pues corre el riesgo de que el nivel del mar la sobrepase ...
Obama, adalid de la Paz preventiva

Merece la pena leer el discurso que dio ayer el nuevo Premio Nobel de la Paz, Barack Obama. Un discurso de un gran estadista, pero no del prototipo de galardonado que se espera reciba este premio honorífico.

(traducción obtenida de Yahoo)

"Sus Majestades, Sus Altezas Reales, distinguidos miembros del Comité Nóbel de Noruega, ciudadanos de Estados Unidos y ciudadanos del mundo:
Recibo este honor con profunda gratitud y gran humildad. Es un premio que habla sobre nuestras mayores aspiraciones: que a pesar de toda la crueldad y las adversidades de nuestro mundo, no somos simples prisioneros del destino. Nuestros actos tienen importancia y pueden cambiar el rumbo de la historia y llevarla por el camino de la justicia.
Sin embargo, sería una negligencia no reconocer la considerable controversia que su generosa decisión ha generado. (Risas.) En parte, esto se debe a que estoy al inicio y no al final de mis labores en la escena mundial. En comparación con algunos de los gigantes de la historia que han recibido este premio -Schweitzer y King; Marshall y Mandela- mis logros son pequeños. Y luego hay hombres y mujeres alrededor del mundo que han sido encarcelados y golpeados en su búsqueda de la justicia; gente que trabaja en organizaciones humanitarias para aliviar el sufrimiento; millones en el anonimato cuyos silenciosos actos de valentía y compasión inspiran incluso a los cínicos más empedernidos. No puedo contradecir a quienes piensan que estos hombres y mujeres -algunos conocidos, otros desconocidos para todos excepto para quienes reciben su ayuda- merecen este honor muchísimo más que yo.


Pero quizá el asunto más controversial en torno a mi aceptación de este premio es el hecho de que soy Comandante en Jefe de un ejército de un país en medio de dos guerras. Una de esas guerras está llegando a su fin. La otra es un conflicto que Estados Unidos no buscó; uno en que se nos suman otros cuarenta y dos otros países -incluida Noruega- en un esfuerzo por defendernos y defender a todas las naciones de ataques futuros.

De todos modos, estamos en guerra, y soy responsable por desplegar a miles de jóvenes a pelear en un país distante. Algunos matarán. A otros los matarán. Por lo tanto, vengo aquí con un agudo sentido del costo del conflicto armado, lleno de difíciles interrogantes sobre la relación entre la guerra y la paz, y nuestro esfuerzo por reemplazar una por la otra.

Bueno, estas interrogantes no son nuevas. La guerra, de una forma u otra, surgió con el primer hombre. En los albores de la historia, no se cuestionaba su moralidad; simplemente era un hecho, como la sequía o la enfermedad, la manera en que las tribus y luego las civilizaciones buscaban el poder y resolvían sus discrepancias.

Y con el tiempo, a medida que los códigos legales procuraban controlar la violencia dentro de los grupos, los filósofos, clérigos y estadistas también procuraban controlar el poder destructivo de la guerra. Surgió el concepto de "guerra justa", que proponía que la guerra solamente se justifica cuando cumple con ciertas condiciones previas: si se libra como último recurso o en defensa propia; si la fuerza utilizada es proporcional y, en la medida posible, si no se somete a civiles a la violencia.

Por supuesto, sabemos que durante gran parte de la historia, se ha cumplido pocas veces con este concepto de guerra justa. La capacidad de los seres humanos de idear nuevas maneras de matarse unos a los otros resultó ser inagotable, como también nuestra capacidad para tratar sin ninguna piedad a quienes no lucen como nosotros o le rinden culto a un Dios diferente. Las guerras entre ejércitos dieron lugar a guerras entre naciones: guerras totales en que la distinción entre combatiente y civil se volvía borrosa. En el transcurso de treinta años, este continente se sumió dos veces en matanzas de ese tipo. Y aunque es difícil pensar en una causa más justa que la derrota del Tercer Reich y las potencias del Eje, la Segunda Guerra Mundial fue un conflicto en el que el número total de civiles que murieron superó al de soldados que perecieron.
Como consecuencia de esa destrucción y con la llegada de la era nuclear, quedó claro para vencedores y vencidos, por igual, que el mundo necesitaba instituciones para evitar otra guerra mundial. Y, entonces, un cuarto de siglo después de que el Senado de Estados Unidos rechazara la Liga de Naciones, una idea por la cual Woodrow Wilson recibió este premio, Estados Unidos lideró al mundo en el desarrollo de una estructura para mantener la paz: un Plan Marshall y Naciones Unidas, mecanismos para regir la manera en la que se libran guerras, los tratados para proteger los derechos humanos, evitar el genocidio y restringir las armas más peligrosas.
De muchas maneras, estos esfuerzos fueron exitosos. Sí, se han librado guerras terribles y se han cometido atrocidades. Pero no ha habido una Tercera Guerra Mundial. La Guerra Fría concluyó con una muchedumbre jubilosa que derrumbó un muro. El comercio tejió lazos entre gran parte del mundo. Miles de millones han salido de la pobreza. Los ideales de libertad, autonomía, igualdad y el imperio de la ley han avanzado a tropezones. Somos los herederos de la fortaleza y previsión de generaciones pasadas, y es un legado por el cual mi propio país legítimamente siente orgullo.


Pero aún asi, transcurrida una década del nuevo siglo, esta antigua estructura está cediendo ante el peso de nuevas amenazas. El mundo quizá ya no se estremezca ante la posibilidad de guerra entre dos superpotencias nucleares, pero la proliferación puede aumentar el peligro de catástrofes. El terrorismo no es una táctica nueva, pero la tecnología moderna permite que unos cuantos hombres insignificantes con enorme ira asesinen a inocentes a una escala horrorosa.
Es más, las guerras entre naciones con mayor frecuencia han sido reemplazadas por guerras dentro de naciones. El resurgimiento de conflictos étnicos o sectarios; el aumento de movimientos secesionistas, las insurgencias y los estados fallidos - todas estas cosas progresivamente han atrapado a civiles en un caos interminable. En las guerras de hoy, mueren muchos más civiles que soldados; se siembran las semillas de conflictos futuros, las economías se destruyen; las sociedades civiles se parten en pedazos, se acumulan refugiados y los niños quedan marcados de por vida.
No traigo hoy una solución definitiva a los problemas de la guerra. Lo que sí sé es que hacerles frente a estos desafíos requerirá la misma visión, arduo esfuerzo y perseverancia de aquellos hombres y mujeres que actuaron tan audazmente hace varias décadas. Y requerirá que repensemos la noción de guerra justa y los imperativos de una paz justa.


Debemos comenzar por reconocer el difícil hecho de que no erradicaremos el conflicto violento en nuestra época. Habrá ocasiones en las que las naciones, actuando individual o conjuntamente, concluirán que el uso de la fuerza no sólo es necesario sino también justificado moralmente.
Hago esta afirmación consciente de lo que Martin Luther King dijo en esta misma ceremonia hace años: "La violencia nunca produce paz permanente. No resuelve los problemas sociales: simplemente crea problemas nuevos y más complicados". Como alguien que está parado aquí como consecuencia directa de la labor a la que el Dr. King le dedicó la vida, soy prueba viviente de la fuerza moral de la no violencia. Sé que no hay nada débil, nada pasivo, nada ingenuo en las convicciones y vida de Gandhi y King.


Pero en mi calidad de jefe de Estado que juró proteger y defender a mi país, no me puede guiar solamente su ejemplo. Enfrento al mundo como lo es, y no puedo cruzarme de brazos ante amenazas contra estadounidenses. Que no quede la menor duda: la maldad sí existe en el mundo. Un movimiento no violento no podría haber detenido los ejércitos de Hitler. La negociación no puede convencer a los líderes de Al Qaida a deponer las armas. Decir que la fuerza es a veces necesaria no es un llamado al cinismo; es reconocer la historia, las imperfecciones del hombre y los límites de la razón.

Menciono este punto, comienzo con este punto porque en muchos países hoy en día hay un profundo cuestionamiento del accionar militar, independientemente de la causa. Y a veces, a esto se suma una suspicacia automática por tratarse de Estados Unidos, la única superpotencia militar del mundo.

Sin embargo el mundo debe recordar que no fueron simplemente las instituciones internacionales -no sólo los tratados y las declaraciones- los que le dieron estabilidad al mundo después de la Segunda Guerra Mundial. Independientemente de los errores que hayamos cometido, hay un hecho clarísimo: Estados Unidos de Norteamérica ha ayudado a garantizar la seguridad mundial durante más de seis décadas con la sangre de nuestros ciudadanos y el poderío de nuestras armas. El servicio y sacrificio de nuestros hombres y mujeres de uniforme han promovido la paz y prosperidad desde Alemania hasta Corea, y permitido que la democracia eche raíces en lugares como los países balcánicos. Hemos sobrellevado esta carga no porque queremos imponer nuestra voluntad. Lo hemos hecho por un interés propio y bien informado: porque queremos un futuro mejor para nuestros hijos y nietos, y creemos que su vida será mejor si los hijos y nietos de otras personas pueden vivir en libertad y prosperidad.

Entonces, sí, los instrumentos de la guerra tienen un papel en mantener la paz. Sin embargo, este hecho debe coexistir con otro: que independientemente de cuán justificada, la guerra conlleva tragedia humana. La valentía y el sacrificio del soldado están llenos de gloria, expresan devoción por la patria, la causa y los compañeros de armas. Pero la propia guerra nunca es gloriosa, y nunca debemos exaltarla como si lo fuera.

Entonces, parte de nuestro desafío es reconciliar estos dos hechos aparentemente irreconciliables: que la guerra a veces es necesaria y que la guerra es, de cierta manera, una expresión de desatino humano. Concretamente, debemos dirigir nuestros esfuerzos a la tarea que el Presidente Kennedy propuso hace tiempo. "Concentrémonos", dijo, "en una paz más práctica, más alcanzable, basada no en una revolución repentina de la naturaleza humana, sino una evolución gradual de las instituciones humanas". Una evolución gradual de las instituciones humanas.

¿Qué apariencia cobraría esta evolución? ¿Cuáles podrían ser estas medidas prácticas?
Para comenzar, considero que todos los países, tanto fuertes como débiles, deben cumplir con estándares que rigen el uso de fuerza. Yo, como cualquier jefe de Estado, me reservo el derecho de actuar unilateralmente si es necesario para defender a mi país. No obstante, estoy convencido de que cumplir con estándares, estándares internacionales, fortalece a quienes lo hacen y aísla -y debilita- a quienes no.


El mundo respaldó a Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre y continúa apoyando nuestros esfuerzos en Afganistán, debido al horror de esos atentados sin sentido y el principio reconocido de defensa propia. De la misma manera, el mundo reconoció la necesidad de confrontar a Sadam Husein cuando invadió Kuwait, un consenso que envió un mensaje claro a todos sobre el precio de la agresión.

Es más, Estados Unidos -- de hecho ningún país -- puede insistir en que otros sigan las normas si nosotros nos rehusamos a seguirlas. Pues cuando no lo hacemos, nuestros actos pueden parecer arbitrarios y menoscabar la legitimidad de intervenciones futuras, por más justificadas que sean.
Esto pasa a ser particularmente importante cuando el propósito de la acción militar se extiende más allá de la defensa propia o la defensa de una nación contra un agresor. Más y más, todos enfrentamos difíciles interrogantes sobre cómo evitar la matanza de civiles por su propio gobierno o detener una guerra civil que puede sumir a toda una región en violencia y sufrimiento.
Creo que se puede justificar la fuerza por motivos humanitarios, como fue el caso en los países balcánicos o en otros lugares afectados por la guerra. La inacción carcome nuestra conciencia y puede resultar en una intervención posterior más costosa. Es por eso que todos los países responsables deben aceptar la noción de que las fuerzas armadas con un mandato claro pueden ejercer una función en el mantenimiento de la paz.


El compromiso de Estados Unidos con la seguridad mundial nunca flaqueará. Pero en un mundo en que las amenazas son más difusas y las misiones más complejas, Estados Unidos no puede actuar solo. Estados Unidos por su cuenta no puede lograr la paz. Ése es el caso en Afganistán. Es el caso en estados fallidos como Somalia, donde el terrorismo y la piratería van de la mano con la hambruna y el sufrimiento humano. Y lamentablemente, seguirá siendo la realidad en regiones inestables en el futuro.

Los líderes y soldados de los países de la OTAN -y otros amigos y aliados- demuestran este hecho por medio de la habilidad y valentía que han mostrado en Afganistán. Pero en muchos países, hay una brecha entre los esfuerzos de los militares y la opinión ambivalente del público en general. Comprendo por qué la guerra no es popular. Pero también sé lo siguiente: la convicción de que la paz es deseable rara vez es suficiente para lograrla. La paz requiere responsabilidad. La paz conlleva sacrificio. Es por eso que la OTAN continúa siendo indispensable. Es por eso que debemos reforzar esfuerzos de mantenimiento de la paz a nivel regional y por la ONU, y no dejar la tarea en manos de unos cuantos países. Es por eso que les rendimos homenaje a quienes regresan a casa de misiones de mantenimiento de la paz y entrenamiento en el extranjero, en Oslo y Roma; Ottawa y Sydney; Dhaka y Kigali; los homenajeamos no como artífices de guerra sino como promotores, como promotores de la paz.
Permítanme un punto final sobre el uso de la fuerza. Incluso mientras tomamos decisiones difíciles sobre ir a guerra, también debemos pensar claramente sobre cómo librarla. El Comité del Nóbel reconoció este hecho al otorgar su primer premio de paz a Henry Dunant, el fundador de la Cruz Roja, y un promotor del Tratado de Ginebra.


Cuando la fuerza es necesaria, tenemos un interés moral y estratégico en obligarnos a cumplir con ciertas normas de conducta. Incluso cuando enfrentamos crueles adversarios que no cumplen con ninguna regla, creo que Estados Unidos de Norteamérica debe seguir dando el ejemplo respecto a estándares en conducta de guerra. Eso es lo que nos diferencia de quienes combatimos. Ésa es la fuente de nuestra fuerza. Es por eso que prohibí la tortura. Es por eso que ordené que se clausure la prisión en la Bahía de Guantánamo. Y es por eso que he reiterado el compromiso de Estados Unidos de cumplir con el Tratado de Ginebra. Perdemos nuestra identidad cuando no cumplimos los ideales mismos que estamos luchando por defender.
Y honramos - honramos dichos ideales al cumplir con ellos no sólo cuando es fácil, sino cuando es difícil.


He hablado extensamente sobre asuntos que debemos sopesar con la razón y el corazón cuando optamos por librar guerra. Pero permítanme pasar ahora a nuestro esfuerzo por evitar opciones tan trágicas y hablar sobre tres maneras en que podemos promover una paz justa y duradera.
En primer lugar, al tratar con aquellos países que trasgreden normas y leyes, creo que debemos desarrollar alternativas a la violencia que son suficientemente firmes como para cambiar la conducta, pues si queremos una paz duradera, entonces las palabras de la comunidad internacional deben tener peso. Se debe hacer que aquellos regímenes que van en contra de las normas rindan cuentas por sus actos. Las sanciones deben conllevar un escarmiento real. La intransigencia debe combatirse con mayor presión, y esa presión existe sólo cuando el mundo actúa al unísono.


Un ejemplo urgente es el esfuerzo por evitar la proliferación de armas nucleares y lograr un mundo sin ellas. A mediados del siglo pasado, las naciones acordaron regirse por un tratado con un objetivo claro: todos tendrán acceso a la energía nuclear pacífica; quienes no tienen armas nucleares deben renunciar a ellas, y quienes tienen armas nucleares deben procurar el desarme. Me he comprometido a plasmar este tratado. Es el eje de mi política exterior. Y estoy trabajando con el Presidente Medvedev para reducir las reservas de armas nucleares de Estados Unidos y Rusia.

Pero también nos incumbe a todos insistir en que países como Irán y Corea del Norte no jueguen con el sistema. Quienes afirman respetar las leyes internacionales no deben hacer caso omiso de cuando se incumplen dichas leyes. Quienes se interesan por su propia seguridad no pueden cerrar los ojos ante el peligro de una carrera armamentista en el Oriente Medio o el Extremo Oriente. Quienes procuran la paz no pueden permanecer cruzados de brazos mientras los países se arman para una guerra nuclear.

El mismo principio se aplica a quienes incumplen con las leyes internacionales al tratar brutalmente a su propio pueblo. Cuando hay genocidio en Darfur; violaciones sistemáticas en el Congo, o represión en Birmania, deben haber consecuencias. Sí, habrá acercamiento; sí, habrá diplomacia - pero tienen que haber consecuencias cuando esas cosas fallen. Y mientras más unidos estemos, menores las probabilidades de que nos veamos forzados a escoger entre la intervención armada y la complicidad con la opresión.

Esto me lleva al segundo punto: el tipo de paz que buscamos. Pues la paz no es simplemente la ausencia de un conflicto visible. Solamente una paz justa y basada en los derechos inherentes y la dignidad de todas las personas realmente puede ser perdurable.
Fue este entendimiento lo que motivó a quienes redactaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos después de la Segunda Guerra Mundial. Tras la devastación, reconocieron que si no se protegen los derechos humanos, la paz es una promesa vana.
Sin embargo, con demasiada frecuencia, se ignoran estas palabras. En algunos países, la excusa para no defender los derechos humanos es la falsa sugerencia de que éstos son principios occidentales, extraños a culturas locales o etapas de desarrollo de una nación. Y dentro de Estados Unidos, desde hace tiempo existe tensión entre quienes se describen como realistas o idealistas, una tensión que polariza las opciones: una mera lucha en defensa de nuestros intereses o una campaña interminable por imponer nuestros valores alrededor del mundo.
Rechazo estas opciones. Creo que la paz es inestable cuando se les niega a los ciudadanos el derecho a hablar libremente o practicar su religión como deseen; escoger a sus propios líderes o congregarse sin temor. Los agravios que no se ventilan empeoran, y la supresión de identidad tribal y religiosa puede llevar a la violencia. También sabemos que lo opuesto es cierto. Sólo cuando Europa obtuvo la libertad pudo finalmente encontrar la paz. Estados Unidos nunca ha librado una guerra contra una democracia, y nuestros amigos más cercanos son los gobiernos que protegen los derechos de sus ciudadanos. Independientemente de la frialdad con que se definan, no se satisfacen los intereses de Estados Unidos ni del mundo con la negación de las aspiraciones humanas.


Entonces, incluso mientras respetamos las culturas y tradiciones particulares de diferentes países, Estados Unidos siempre será una voz para las aspiraciones universales. Daremos testimonio de la silenciosa dignidad de reformistas como Aung Sang Suu Kyi; de la valentía de los zimbabuenses que emitieron sus votos a pesar de golpizas; de los cientos de miles que han marchado silenciosamente por las calles de Irán. Dice mucho el que los líderes de estos gobiernos les teman a las aspiraciones de sus propios pobladores más que al poder de cualquier otra nación. Y es la responsabilidad de todas las personas libres y los países libres dejarles en claro a estos movimientos que la esperanza y la historia están de su lado.

Permítanme decir esto también: la promoción de los derechos humanos no puede limitarse a la exhortación. A veces, debe ir acompañada de laboriosa diplomacia. Sé que el trato con regímenes represivos carece de la grata pureza de la indignación. Pero también sé que las sanciones sin esfuerzos de alcance -y la condena sin discusión- pueden mantener un status quo agobiante. Ningún régimen represivo puede ir por un nuevo sendero a no ser que tenga la opción de una puerta abierta.

En vista de los horrores de la Revolución Cultural, la reunión de Nixon con Mao parecía inexcusable, pero no hay duda de que ayudó a llevar a China por un camino en el cual millones de sus ciudadanos han podido salir de la pobreza y conectarse con sociedades abiertas. Los lazos del Papa Juan Pablo con Polonia creó un espacio no sólo para la Iglesia Católica sino también para líderes sindicales como Lech Walesa. Los esfuerzos de Ronald Reagan por el control de armas y la aceptación de la perestroika no sólo mejoraron las relaciones con la Unión Soviética sino que les otorgó poder a disidentes en toda Europa Oriental. No existe una fórmula simple. Pero debemos tratar de hacer lo posible por mantener el equilibrio entre el ostracismo y la negociación; la presión y los incentivos, de manera que se promuevan los derechos humanos y la dignidad con el transcurso del tiempo.

En tercer lugar, una paz justa incluye no sólo derechos civiles y políticos, sino que debe abarcar la seguridad económica y las oportunidades, pues la paz verdadera no es solamente la falta de temor, sino también la falta de privaciones.

No hay duda de que el desarrollo rara vez echa raíces sin seguridad; también es cierto que la seguridad no existe cuando los seres humanos no tienen acceso a suficiente alimento, el agua potable o los medicamentos que necesitan para sobrevivir. No existe cuando los niños no pueden aspirar a una buena educación o un empleo decente que mantenga a una familia. La falta de esperanza puede corromper a una sociedad desde su interior.

Y es por eso que ayudar a los agricultores a alimentar a su propia gente, o a los países a educar a sus niños y a cuidar a los enfermos no es simplemente caridad. También es el motivo por el cual el mundo debe unirse para hacerle frente al cambio climático. Hay pocos científicos que no estén de acuerdo en que si no hacemos algo, enfrentaremos más sequías, hambruna y desplazamientos masivos que alimentarán más conflictos durante décadas. Por este motivo, no son sólo los científicos y activistas los que proponen medidas prontas y enérgicas; también lo hacen los líderes militares de mi país y otros que comprenden que nuestra seguridad común está en juego.
Acuerdos entre naciones. Instituciones sólidas. Apoyo a los derechos humanos. Inversiones en desarrollo. Todos éstos son ingredientes vitales para propiciar la evolución de la cual habló el Presidente Kennedy. Sin embargo, no creo que tendremos la voluntad, la determinación o la resistencia para concluir esta labor sin algo más: esto es, la expansión continua de nuestra imaginación moral; una insistencia en que hay algo intrínseco que todos compartimos.
Al reducirse el mundo, uno pensaría que iba a ser más fácil que los seres humanos reconozcamos lo similares que somos; que comprendamos que todos nosotros queremos básicamente lo mismo; que todos anhelamos la oportunidad de vivir con cierto grado de felicidad y satisfacción para nosotros y nuestra familia.


Sin embargo, dado el vertiginoso ritmo de la globalización y la homogenización cultural promovida por la modernidad, no debería sorprendernos que la gente tema perder lo que aprecia de su identidad particular: su raza, su tribu y quizá más que nada, su religión. En algunos lugares, este temor ha producido conflictos. A veces, incluso parecemos estar retrocediendo. Lo vemos en el Oriente Medio, donde el conflicto entre árabes y judíos parece estar agravándose. Lo vemos en los países donde las divisiones tribales causan estragos.

Y más peligroso aun, lo vemos en la manera en que se usa la religión para justificar el asesinato de inocentes por personas que han distorsionado y profanado la gran religión del Islam, y que atacaron a mi país desde Afganistán. Estos extremistas no son los primeros en matar en nombre de Dios; hay amplia constancia de las atrocidades de las Cruzadas. Pero nos recuerdan que ninguna Guerra Santa puede ser jamás una guerra justa, pues si uno realmente cree que cumple con la voluntad divina, entonces no hay necesidad de templanza, no hay necesidad de perdonarle la vida a una madre embarazada o a un asistente médico, o trabajador de la Cruz Roja, ni siquiera a una persona de la misma religión. Una perspectiva tan distorsionada de la religión no sólo es incompatible con el concepto de la paz, sino también creo que es incompatible con el propósito de la fe, pues la regla de vital importancia en todas las principales religiones es tratar a los demás como te gustaría que te traten a ti.
Cumplir con esta ley de amor siempre ha sido el foco en la lucha de la naturaleza humana. No somos infalibles. Cometemos errores y caemos presa de las tentaciones del orgullo y el poder, y a veces la maldad. Incluso aquellos de nosotros con las mejores intenciones a veces dejamos de rectificar los errores ante nosotros.


Pero no tenemos que pensar que la naturaleza humana es perfecta para continuar creyendo que se puede perfeccionar la condición humana. No tenemos que vivir en un mundo idealizado para seguir aspirando a los ideales que lo harían un lugar mejor. La no violencia que practicaban hombres como Gandhi y King quizá no sea práctica o posible en todas las circunstancias, pero el amor que predicaron, su fe en el progreso humano, siempre debe ser la estrella que nos guíe en nuestra travesía.
Pues si perdemos esa fe, si la descartamos como tonta o ingenua, si existe un divorcio entre ésta y las decisiones que tomamos sobre asuntos de guerra y paz. entonces perdemos lo mejor de nuestra humanidad. Perdemos nuestro sentido de lo que se puede lograr. Perdemos nuestro compás moral.


Al igual que las generaciones anteriores a la nuestra, debemos rechazar ese futuro. Como dijo el Dr. King en una ceremonia similar hace tantos años, "Me rehúso a aceptar la desesperanza como la respuesta final a la ambigüedad de la historia. Me rehúso a aceptar la idea de que la realidad actual de la naturaleza humana haga que el hombre sea moralmente incapaz de alcanzar las aspiraciones eternas que siempre enfrenta".
Aspiremos al mundo que debería existir: esa chispa de divinidad que aún llevamos como inspiración en el alma.


Hoy en algún lugar, en estos precisos momentos, en el mundo como lo es, un soldado ve que alguien lo sobrepasa en potencia de fuego pero permanece firme para mantener la paz. Hoy en algún lugar de este mundo, una joven manifestante aguarda la brutalidad de su gobierno, pero tiene la valentía de seguir marchando. Hoy en algún lugar, una madre enfrenta una pobreza devastadora pero de todos modos se da tiempo para enseñarle a su hijo, junta las pocas monedas que tiene para enviar a ese niño a la escuela porque cree que un mundo cruel todavía puede dar cabida a sus sueños.

Vivamos siguiendo su ejemplo. Podemos reconocer que la opresión siempre estará entre nosotros y aun así, esforzarnos por lograr la justicia. Podemos admitir la inflexibilidad de la depravación y aun así, esforzarnos por lograr la dignidad. De ojos abiertos, podemos comprender que habrá guerras y aun así, esforzarnos por lograr la paz. Podemos hacerlo, pues ésa es la historia del progreso humano; ésa es la esperanza de todo el mundo, y en este momento de desafíos, ésa debe ser nuestra labor aquí en la Tierra.

Muchas gracias"

(TEXTO FACILITADO POR LA OFICINA DE PRENSA DE LA CASA BLANCA)
Sí, es cierto

... es cierto que el poder central ha acosado al País Vasco desde que se creó el estado español. Desde Madrid se ha agobiado, expoliado y pisoteado a las provincias vascas. Se han realizado levas forzosas aquéllos territorios para servir en los ejércitos españoles en decenas de guerras. Los campesinos han soportado impuestos abusivos durante siglos y sus dirigentes políticos han ido a la cárcel o al cadalso cuando se han opuesto al abuso del tirano de turno...

... es cierto que el poder central ha acosado a Cataluña desde que se creó el estado español. Desde Madrid se ha agobiado, expoliado y pisoteado a las provincias catalanas. Se han realizado levas forzosas aquéllos territorios para servir en los ejércitos españoles en decenas de guerras. Los campesinos han soportado impuestos abusivos durante siglos y sus dirigentes políticos han ido a la cárcel o al cadalso cuando se han opuesto al abuso del tirano de turno...

... es cierto que el poder central ha acosado a Extremadura desde que se creó el estado español. Desde Madrid se ha agobiado, expoliado y pisoteado a las provincias extremeñas. Se han realizado levas forzosas aquéllos territorios para servir en los ejércitos españoles en decenas de guerras. Los campesinos han soportado impuestos abusivos durante siglos y sus dirigentes políticos han ido a la cárcel o al cadalso cuando se han opuesto al abuso del tirano de turno ...

... es cierto que el poder central ha acosado a Castilla desde que se creó el estado español. Desde Madrid se ha agobiado, expoliado y pisoteado a las provincias castellanas. Se han realizado levas forzosas aquéllos territorios para servir en los ejércitos españoles en decenas de guerras. Los campesinos han soportado impuestos abusivos durante siglos y sus dirigentes políticos han ido a la cárcel o al cadalso cuando se han opuesto al abuso del tirano de turno ...

... qué aburrimiento, zzzzzzzzzzzzzz.........

Considero que cualquier anhelo independentista es lícito si quien lo experimenta lo saca del corazón, pero por favor, no me den la lata con cuentas pendientes, que todos tenemos un zurrón lleno de ellas y como empecemos a reclamar no vamos a dedicarnos a otra cosa.
Copiota

El secretario general del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados, José Luis Ayllón, acusó hoy al ministro Miguel Sebastián, de copiar una medida propuesta por el Partido Popular para mejorar las ventas de coches.



El señor diputado declaró a Europa Press que el Gobierno tiene que recurrir a copiar las iniciativas propuestas por el PP, dado que las que impulsa el PSOE "son un fracaso para el conjunto de los españoles" y por ello se deciden a presentar alternativas copiadas al grupo popular.

¿Pero de qué va esta gente? ¿Quiere decir este tío que si supiera una receta para mejorar algo en España se la guardaría hasta que su partido gane las elecciones? Y esto no lo dice un diputado raso, sino uno de los notables de su partido. Así nos va. Viven en una competición por el poder sin importarles tres cojones la gente que les pagamos el sueldo. Serían capaces de mantener en secreto una buena idea para que el contrario no se llevase el mérito de aplicarla. Gentuza.


A lo lamentable de su reflexión, se une el hecho de que la medida en sí no es muy brillante tampoco. El tío reivindica la paternidad de "prorrogar el plan 2000E" (subvención que recibes por la compra de un coche entregando el antiguo). Vamos nada nuevo ¿no?, que no está hablando de que le han plagiado la vacuna del SIDA o algún avance en la fusión fría.

Vaya tela, el gobierno haciendo el ridículo y la oposición haciendo el gilipollas.
No hay huevos

A veces me voy a casa con algún problema del trabajo sin resolver. No es frecuente, pero en alguna ocasión he soñado con el asunto en cuestión. Como soy un tío optimista, mi subconsciente trata de ayudarme y terminar con el problema por la vía rápida, pero por desgracia el despertador siempre suena y el problema sigue ahí. Duermo poco pero bien así que no suelo arriesgarme a pasar un nuevo día sin finiquitar el asunto.

El amigo Rajoy lleva ya muchas noches soñando con que su empleado díscolo reconoce su culpa sin que nadie se lo pida y se quita de en medio educadamente y sin alharacas. No creo que se despierte de muy buena leche para descubrir que el problema sigue ahí, pero algo impulsa a Mariano a dejar pasar la oportunidad de cerrar el capítulo y dedicarse a competir por el poder con el Gobierno, algo que le agradecerían sus partidarios.

Cargarse al empleado infiel haciendo gala de un buen par es peor alternativa, ... ¿por qué, Sr. Rajoy?
De hijas y poses

he visto las fotos de las chavalas caracterizadas como orcos, como la bruja Avería, como asesinas en serie y hasta como protagonistas de una peli de terror japonesas. Definitivo: en este país somos unos hijoputas de cuidado. Cachondos, sí, pero hijoputas. En cuanto cae el árbol, no es que hagamos leña, ¡hacemos astillas!.

A mí la verdad es que no me pareció adecuado que pusieran las fotos en los periódicos, sobre todo porque la primera la vi en ABC, siempre tan "respetuoso" con la familia. En Cadena 100 (perteneciente a la Cope) también se pasaron tres pueblos con sus comentarios acerca del aspecto de las chicas. Pero luego, una vez que todo el país ha visto la imagen, pues qué se le va a hacer. De los comentarios crueles y las chanzas que oigo en la calle no digo nada. No considero tan grave reírse con los amigos sea del tema que sea. Y sino, acordaos de los chistes que hemos oído sobre temas bastante más chungos.

Por otra parte, ¿cómo evitarlo? Cuando te dedicas a una actividad pública, todo tu entorno está expuesto al interés del público. Y eso es particularmente peligroso en el campo de la política, donde los escrúpulos brillan por su ausencia y cualquier oportunidad de ataque es bienvenida. Si son capaces de inventar conspiraciones, fabricar rumores, buscar en las alcantarillas, ¿cómo no van a reírse del aspecto de tu familia?

¿Y ahora qué? veo nubarrones para los familiares del resto de políticos. Estas chicas ya se han llevado lo suyo, pero atención a lo que viene. Más vale que los hijos del resto se queden una temporadita en casa (o salgan al extranjero de vacaciones).

Por cierto, ¿perjudica en algo a Zapatero el tema de las fotos de marras? no políticamente desde luego, pero la movida que debe tener ahora mismo en su casa debe ser cojonuda. Vamos digo yo.
Sospechosos habituales

Mi amiguete New Yorker me manda un artículo donde se comenta que una sonda india ha visto las huellas de una de las misiones estadounidenses en la Luna (concretamente en 1971). El ínclito neoyorquino aprovecha para decirme que mi excepticismo sobre el alunizaje de 1969 se va por los suelos.

La verdad es que yo no tengo conocimientos de astronáutica, y muy pocos de astrofísica así que mi posición no parte sino de conjeturas políticas. Pero de esto último entiendo algo más.

¿Sería posible hoy semejante viaje? Es probable que los avances técnicos del año 2009 nos permitan poner gente en la Luna, en Marte o incluso más allá. Con la cuestión técnica resuelta, sólo tendríamos que preguntarnos ¿para qué ir allá?, y si decidimos ir, ¿cómo convencemos a los contribuyentes para gastar el equivalente a un año del PIB en semejante viaje?




Pero hace 60 años el problema era el inverso. Los norteamericanos tenían claro que sí merecía la pena ir, pues había que ganar a los soviéticos la carrera espacial. En plena escalada nuclear, no era una cuestión de orgullo, sino de supervivencia. Ok, vamos allá pensó el presidente Eisenhower con una mentalidad militar más que política. Ocupamos la luna llenándola de lanzaderas de misiles y damos un golpe moral a los rusos. El pueblo americano apoyó sin reservas a su gobierno, amedrentando por el exitoso lanzamiento del Sputnik en 1957.

Pasaronn los años y a mediados de los 60 tanto americanos como rusos ya saben que es técnicamente inviable establecer bases militares en la luna. Ni siquiera bases en órbita terrestre. Y es entonces cuando comienza la carrera espacial propagandística. En 1961 Gagarin consigue salir de la atmósfera de la Tierra y en 1965 otro cosmonauta soviético, Leonov, disfruta del primer paseo espacial de la Historia de la Humanidad. Es fácil imaginar el estado de ánimo americano en esos días de mediados de los 60.

Imaginemos una reunión en la Casa Blanca un día cualquiera de 1968. El presidente Johnson escucha mientras algún comité científico alerta de las escasas posibilidades de un alunizaje y menos aún de que los astronautas regresen. Los militares mientras tanto, presionan pidiendo un golpe de efecto. Los financieros se quejan de la sangría económica que las carreras balística y espacial están provocando. Y, en medio de todos, un brillante asesor propone echar una mentirijilla al mundo …

¿Qué creéis que sucedió?


Yo ya he visto de lo que son capaces los gobiernos, todos ellos ya sospechosos habituales. El GAL en España, el IRANGATE en Estados Unidos, la explosión del Rainbow Warrior en Francia, los asesinatos de los dirigentes de la BAADER-MEINHOFF en Alemania, … En todo lo anterior hubo que matar gente. En el hipotético timo de la Luna sólo hubiera habría que montar decorados.

Hala, a reflexionar
O todo o nada. O blanco o negro.

De 1970 a 2000 España construyó un templo dedicado a la corrupción política. Figuras de todos los grupos parlamentarios han ido poblando titulares por sus chanchullos durante este largo período. Recalificar terrenos protegidos, dar empleo público a los amiguetes o famililiares, contratos a cambio de comisiones o sueldos bajo mano a otros políticos ha sido una constante en estos últimos años (en la dictadura no sé si se hacía, no tengo datos, aunque me supongo que no sería muy diferente).


El cénit fueron los años 80. La cultura del "pelotazo" no sólo existía sino que se alababa. Las revistas de "análisis" político como "Tribuna", "Época", "Panorama", etc ... poblaban sus portadas con las fotografías de los triunfadores del momento, empresaríos de día, juerguistas de noche. Se jaleaban tanto sus éxitos especuladores como sus aventuras en cama ajena. Mario Conde, Mariano Rubio, los primos de nombre Alberto, combinaban complicadas operaciones financieras con romances turbulentos. Pronto se sabría que no sólo se acostaban con modelos, sino también con "testaferros", comisionistas, y variada chusma del hampa.






Hoy estamos en la orilla contraria. Un PSOE acojonado por la palabra "corrupción" desde los escándalos que derribaron el gobierno de Felipe González busca derribar a los jerifaltes del PP escarbando en sus debilidades monetarias. El nuevo PP, por su parte, trata de contrarrestar los últimos escándalos buscando lo mismo en el partido de enfrente. El resultado: se olvidan del país y sueñan con el rival. Al menos una nota positiva: jamás en este país hubo tal persecución contra los corruptos. No es buen momento para los negocios turbios en esta pequeña península.

España es un país excesivo. No hay duda. Cosas de latinos.
¿Censura en Televisión Española?

hoy conducía hacia casa cuando el partido de final de la Copa del Rey estaba a punto de comenzar. Venía escuchando "Rock&Gol", una emisora de música y deportes que pertenece a la COPE. Cinco minutos antes del comienzo, cuando sonaba el himno español a través de la emisora sólo oí silbidos y abucheos. Sobre ellos, la voz de Abellán narrando que lo que oíamos no lo estaban dando por la tele. De hecho, por la tele no se estaban transmitiendo imágenes del campo en ese momento. Inaudito. Los Reyes en el palco, el himno sonando, y TVE dando imágenes de una peña del Athletic en Bilbao ¿¿¿???

He llegado a casa y me he puesto a ver el partido. En el descanso, TVE ha pedido disculpas por "un error humano" que habría impedido transmitir el himno. Inmediatamente han puesto ese minuto perdido de la transmisión. El himno se oía alto y claro, con primeros planos de los jugadores formados sobre el cesped. Ninguna imagen general de las hinchadas excepto una toma de un seguidor del Bilbao ¡con la mano sobre el corazón mientras sonaba el himno!.

No sé. Mañana leeremos algo en los periódicos sobre esto. Yo no me creo nada y me parece escandaloso. Desde los aplausos enlatados que puso el amigo Urdaci a la boda del príncipe no había visto nada igual. ¿Democracia? ... ¡y una mierda!

Ah, en el campo, lo de siempre: 4 -1 para el Barça. Felicidades al campeón y al Athletic por llegar hasta la final.
La que va a liar Zapatero !!!

he oído en A3 que nuestro presidente ha estado hablando unos minutos con Obama (con intérprete por supuesto pues ninguno de ellos sabe hablar el idioma del otro). Independientemente de la lengua que utilizaran me han hecho gracia los supuestos temas. Según el noticiero han hablado de temas económicos y de sus aficiones comunes. Por lo visto, a ambos les encanta jugar al baloncesto. Hasta ahí todo bien. Luego he oído que ¡¡ se han citado para jugar unas canastas !!.


Inmediatamente se me han puesto los pelos como escarpias. Ahhh, la imagen de nuestro ínclito y torpe representante detonando la II Guerra Yankee-Española me ha venido de repente a la cabeza ...



Otra vez en el eje del mal ...

El rollo este de ir de malotes con los USA me recuerda un poco al colegio. Había chavales que se pasaban el día fuera de clase. Eran los malotes; el eje del mal de la escuela, para que nos entendamos. Y luego estábamos los demás, el grueso de las fuerzas aliadas, que nos portábamos medio bien e íbamos tirando, eso sí, siempre dentro del aula. Lo de seguir siempre al profe ... bueno, te permitía sobrevivir y presentar a tus padres unas notas aseadas, sin comentarios negativos, pero no nos engañemos. No era nada divertido. De vez en cuando molaba que te echaran un rato fuera. Te permitía sentirte un poco rebelde, y a la vez, estrechar lazos con los chungos de la clase. Ahora lo llaman diplomacia.

Zapatitos quiere ir de malote. Quiere presumir ante sus amigos de que en el lado oscuro se vive mejor. Pero el tío bobo no se da cuenta de que la mayoría de las pelis ganan los buenos, sobre todo las americanas. Así que toma nota chaval, que la mayoría (también la que te vota) ya se ha cansado de ir con los malos, leñe. ¡Que queremos ser europeooooooos! y también pro-occidentales y pro-ricos y pro-socialmente acomodados. Si él quiere ir de malote que vaya en privado (estilo Mosley, con cueros y látigo), o que vuelva a la escuela.
Lo que pasa en la calle

La gente corriente no entiende de balanzas comerciales, opciones sobre futuros o conversiones de bonos. Quizá sea esa la razón por la que el debate Pizarro-Solbes de hace un año fue calificado como el bodrio de la década por los pocos que intentaron comprenderlo. Lo que sí sabe la mayoría es lo que cuesta un bonobús y por supuesto el precio de un café en un bar, precisamente esas materias donde suspenden Rajoy y Zapatero.

Tampoco sabemos la cifra total de parados en Europa, pero sí cuantos de nuestros amigos no tienen trabajo. No sabemos nada de las dificultades del Royal Bank of Scotland o de GM o de Fortis Bank, pero al pasar por los polígonos industriales se nos encoge el alma al mirar a las naves abandonadas o a los camiones inactivos.

Realmente podemos perdonar a los políticos que anden un poco perdidos sobre nuestras respectivas economías domésticas, incluso que ignoren que las estadísticas no son sino la suma de tristes historias particulares, pero ¿cómo no exigirles que disimulen un poco, que se les note algo afectados por lo que a los demás nos quita el sueño?

La semana pasada seguí atentamente las declaraciones del candidato socialista a la Presidencia de Galicia y volví a tener esa sensación de los políticos no tienen ni idea de lo que realmente pasa en la calle. Te ha estado bien, pensé ayer cuando oí su derrota. Y no por tener una estantería de 119.000€ en tu despacho, sino por creer que a la gente no le iba a importar demasiado. Bobo, que dicen en el pueblo.


Hala “Torito”, ahora ponte delante de una pizarra, tiza en mano, y escribe mil veces: “No volveré a tirar el dinero público nunca más”. O también “Miraré más a la calle que a las encuestas”.