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Para la diabetes no hay curas milagrosas.

JUEVES, 10 DE JULIO DE 2014

Para la diabetes no hay curas milagrosas. No lo digo yo, lo decían nuestros especialistas en Endocrinología en el XXIV Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes que se celebró en Sevilla, en abril de 2013. Ni se cura aún, ni se logra hacerlo con una operación: ni con cirugía bariátrica, ni con trasplante. Con ambas historias se trata. No se logra dejar de ser diabético definitivamente.

Estoy trasplantada. No necesito insulina desde el trasplante. Pero tengo diabetes tratada con un tratamiento de trasplante renopancreático, y soy insulinoindependiente. Dicho así puede sonar a chino. Traducido, es que tengo el azúcar controlada, y mi tratamiento ahora no es a base de insulina, sino a base de mantener vivo dentro de mi cuerpo el páncreas que me donaron. Ese páncreas me da la insulina que necesito según lo que coma o haga, y, de momento, no necesito insulina pinchada para sobrevivir. Pero sigo siendo diabética, digan lo que digan algunos nefrólogos que para vendernos la moto del trasplante de páncreas nos sueltan la milonga de que, tras las 9 horas de quirófano con las tripas abiertas, dejamos de ser diabéticos. Pero la razón para la que larguen eso es de índole de gestión sanitaria y económica, y tiene mandanga.

Hoy quiero contar lo que suelo ver últimamente con más asiduidad, y que me molesta bastante. Me refiero a esos que publican y promueven la cura definitiva y maravillosa de esta enfermedad, bien a base de yerbas, bien con soluciones mágicas, que cuestan al final un huevo*.


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Hoy descubrí que un tal Williams habían hecho un comentario en una entrada. Ese Williams, para mí que no es más que un spam; vamos, que es más vírico que el que causa el dichoso ébola. Decía lo siguiente:

"Me gustaría informarles el gran éxito que he tenido con mi Diabetes de Tipo II. Luego de un mes de haber leído este libro, me las arreglé para reducir mi dosis de medicamentos entre el 50 y el 80%. Mis niveles de azúcar en sangre solían estar por encima de 200 y 300.
Ahora están en 100 y por debajo de 100. Como extra he perdido 8 kilos. Estoy camino a una vida libre de diabetes y más feliz que nunca.
Nunca podré agradecerle lo suficiente por darme una nueva vida gracias a este libro que me curo de la diabetes.
Descarga el libro aquí", y aquí venía una dirección de alguna página que vaya usted a saber qué contenía.

Bien, seamos candycandy. El hombre ha encontrado un libro, lo ha leído, ha seguido sus consejos, ha perdido 8 kilos y ha mejorado sus glucemias. ¡Supercalifragilisticoespialidosamente fantástico!, ¡divino de la muerte!, ¡ay, omá!

- ¿Posible?
- Por supuesto.

Hasta aquí, sí. Pero eso se consigue siguiendo los consejos de cualquier endocrino que se precie, de la doctora Paloma en La Báscula de Canal Sur, de lo que ponen en la página de la Asociación Americana de Diabetes, la Valenciana, o de cualquier otra que no dedique su tiempo a hacer espiritismo, sino a informar y formar a los compañeros, con el objetivo de mejorar sus vidas, la de quien publica, y la de quienes se asocian.

¿Libros mágicos? ¡Já, ni en el cuento de Blancanieves! Ni libros sagrados, ni alpistes, ni ungüentos, ni ortigas, ni pollas en vinagregallinas pequeñas en ácido acético te eliminarán la diabetes per saecula saeculorum, para siempre jamás.

Así que lo siento Williams de la vida. Nací en el lado oscuro, y no me creo ni lo que dice mi sombra. Del comentario que dejaste, lo importante es presentarnos un libro, ¡ja! Y este blog no es para dar publicidad a ninguna empresa que venda milagritos caros para crédulos con pelas, o ingenuos desesperados, capaces de vender a su madre con tal de encontrar el Santo Grial del azúcar. Hoy por hoy lo que hay es lo que hay. Y si quieres que confiemos en esa biblia tuya que es elsanta sanctorum de la diabetes, ¡coño, dinos cómo se llama! No vaya a ser como el dios de aquellos, que por no fastidiarlo no podían decir ni su nombre, no fuera que les cayera un rayo, y les partiera a cachitos, que es como nos va partiendo esta asquerosa enfermedad a nosotros realmente. Es crudo, claro. Pero la vida es dura.

Hale, hijo, un abrazo, y a otro sitio a tomar el pelo a quien lo quiera. Fíjate si hay gente que se deja tomar el pelo, que el planeta está lleno de calvos.







*Cuando decimos aquí que algo cuesta un huevo nos referimos a que es tan caro como si vendieramos esa parte tan imprescindible para el hombre. Vamos, a que sale muy caro. Una niña bien, de las de melenita rubia y con pendientes de perlas en las orejas, habría escrito "bien con soluciones mágicas, que resultan verdaderamente costosas". Pero si me váis conociendo sabéis ya que soy otra cosa escribiendo.


Bea, la de la bomba, que sigue "cabreá".




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Beatriz González Villegas.

Los trasplantes y ‎Hollywood

¡¡¡¡Cuánto daño ha hecho el cine americano cateto al mundo de los trasplantes (y alguna que otra serie española, también)!!!!!
 

Si en el país del león de La Metro, con dinero te ponen hasta un calcetín de nariz, si te empeñas, no nos puede extrañar que se hayan tirado tantos rollos sobre trasplantes imposibles. Lo malo es que muchos no ven más allá de las películas, y pondrían la mano en el fuego, si hiciera falta, en defensa de la veracidad que los peliculeros nos narran.

Tiene guasa que en nuestro país se penalicen las campañas personales de donación de órganos, porque queda feo, y porque los que piensan temen que eso nos lleve al lado oscuro. Tiene más guasa que se permitan películas donde un héroe guapetón va regalando sus órganos de uno en uno, persona por persona: a tí, mi hígado; tú, porque me sale de ahí, mis pulmones; y tú, que estás como un queso, te quedas mi corazón. Qué bonito es el amor, como siempre en primavera, y más si me pongo con él las botas a base de taquilla.

¿Os acordáis de Siete Almas, y Will Smith haciendo de diosecillo repartidor? Eso, visto por una trasplantada, no es un drama: es cachondeo. Pero, si nos tragamos Frankenstein, a partir de ahí cuela todo.

Más difícil es acordarse de "Jarri"el sucio haciendo de agente del efebeí en Deuda de Sangre, pero más de lo mismo. Aquí la guasa no está solo en cómo le toca al bueno el corazón donado, sino cómo se salta el tratamiento inmunosupresor a su bola, sin hacer ni rechazo ni nada, mientras salta tras de un asesino cual rana entre charcos. ¡La madre que lo parió! Terminator a su lado era chatarrilla. Clint Eastwood, limpio o sucio, es duro de pelar, vale, pero, oigan, ni una plasmaféresis que se llevó...

Lo de John Q ya es harina de otro costal. Otro mal ejemplo a seguir, imposible de todas todas, pero creíble en la tierra de Tío Gilito. Si aquí nos topásemos con un Juan G., la historia sería menos de guión de cine: Juan G. se montaría perfiles en las redes sociales, y en un pispás la gente pondría el grito en el cielo. Pero, si no hay corazón, no hay corazón. Y no dependerá de que se pueda comprar o no, sino que no lo hay, y punto. Punto final para Juanito G, hijo, por triste que sea. Así hemos vivido ya algunos casos de niños que se han quedado esperando.


 

Aquí no hay que tener seguro de pago. Sólo órganos. Y en la versión española, tal y como lo está haciendo hoy por hoy Eduardo Rangel, Juan G. estaría metido hasta las trancas en esto de conseguir más donantes a base de sensibilización. La madre de Eduardo no llegó a recibir el órgano que necesitaba. Ahora él corre Donando Vidas. Por cierto, no olvidéis que estaremos con él en su camino. Los de Sevilla, en la Plaza de España, el mismo día 1 de mayo. 

Volviendo al cine, y a nuestro país, no puedo dejar de contaros lo que pasó en el Hospital La Fe de Valencia. Un hombre llegó pidiendo su tarjeta de donante. Hasta ahí, todo normal. Que lo pida estando de los nervios, y rechace la ayuda del equipo de la Coordinación, eso ya es filón hollybudiano; y que acabe con un tiro en la sesera, queriendo hacer su santa voluntad, eso ya... ni Will Smith. 

No tengo ni idea si se ha podido cumplir esa voluntad, pero entiendo que no. Los donantes han de serlo estando cuerdos, y a este pobre hombre parece que se le había ido la pinza. 



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Si cada persona que manifiesta querer donar sus órganos pudiera serlo, nunca habría listas de espera; pero se tienen que cumplir muchas condiciones: fallecer en un centro hospitalario, que la familia acepte, salvo que haya firmado eso de la Declaración de Voluntad Anticipada; que las causas de la muerte no generen duda alguna (no valen asesinados, ni suicidados, que sean susceptibles de autopsia); que haya muerte cerebral... vamos, un rosario de condiciones. Así que, señores suicidas, si de verdad quieren donar, háganlo en vida, todo lo que se pueda donar (al menos un riñón, y un trozo de hígado), que las prisas son muy malas. Luego ya verán como el dar hace que vuelva el sentido a la vida y desaparezca la idea del The end. Eso, para las películas.



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Medidas desesperadas


Beatriz González Villegas.
Publicado en:  http://asociaciondetrasplantadosdepancreas.blogspot.com.es/2014/04/los-trasplantes-y-hollywood.html