mi casa en barranco

Tres años después estoy de vuelta en mi casa.
Y hay una sensación de estar envuelta en mi vida entera.
Una cierta temperatura aquí, que me acalora y me enfría de una habitación a otra.
Respiro y me siento en esta silla de toda la vida y sonrío porque es aquí otra vez que estoy contenta.
Es mi casa. Y he tenido varias pero ésta es mi casa y la de los que quiero con locura.
Afuera en el jardín mis perros están echados tomando un poco de sol, su balde como siempre está con agua a medias y alguna flor que flota porque cayó encima. Sus platos vacíos porque devoran en segundos esas bolas sonsas que comen dos veces al día.
En esta época del año vuelan sobre ellos mariposas blancas y de pronto este jardín tiene colores de cuento.
Y me acuerdo de la piscina desarmable, y las mesas improvisadas y las crayolas y la pintura y el escarabajo beige al fondo.
Hay una magia en estos días que se parecen a otros que ya pasaron. Son días con herencia de tiempos buenos. Con luz de sol de verano, con pieles bronceadas, sandalias, faldas, sandías y melón.